Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

Desde el 13 de junio, la tensión entre Israel e Irán ha escalado notablemente con la puesta en marcha de la operación "León Creciente". Este movimiento militar israelí tiene como objetivo principal atacar instalaciones nucleares e infraestructuras militares iraníes, aunque el primer ministro Benjamin Netanyahu ha dejado claro que el ambicioso objetivo final de esta ofensiva podría ser el cambio de régimen en Teherán. Según Netanyahu, la muerte del ayatolá Jameini podría ser la clave para poner fin a las hostilidades entre ambos países.
La historia reciente de Irán pinta un cuadro complejo. Durante gran parte del siglo XX, el país fue un Estado laico, altamente influenciado por las potencias occidentales y el petróleo. Sin embargo, la Revolución Islámica de 1979, liderada por el ya mencionado Jomeini, instauró un régimen autoritario que identificó a Occidente y, en particular, a Israel y Estados Unidos, como enemigos fundamentales. Desde entonces, el régimen islámico ha respaldado a milicias como Hamás y Hezbolá, consolidándose como la gran amenaza para Israel en la región.
A pesar de la ofensiva israelí, los expertos advierten que un cambio de régimen en Irán no es algo que se logre fácilmente mediante ataques militares. Según Alberto Priego, profesor de Relaciones Internacionales, tales objetivos son complicados de conseguir, y cualquier cambio significativo en el régimen iraní tendría que venir desde dentro, con la ciudadanía o los opositores organizándose. Es un proceso que requeriría no solo la acción israelí, sino también el respaldo de servicios de inteligencia occidentales.
La guerra entre Israel e Irán ha sido calificada de asimétrica, lo que significa que, aunque el potencial militar israelí supera al iraní, ambos bandos mantienen una cierta contención. El almirante retirado Juan Rodríguez Garat destaca que, a pesar de los intercambios de fuego, ambos países son conscientes de las limitaciones y riesgos de una confrontación abierta. La estrategia israelí podría estar orientada a debilitar a Irán sin desatar un conflicto a gran escala.
La operación israelí podría también tener otras motivaciones. Sonia Sánchez, profesora de Relaciones Internacionales, sugiere que Israel busca arrastrar a Estados Unidos a su cruzada contra Irán, especialmente en un momento en que Washington estaba considerando negociar con Teherán la congelación de su programa nuclear. Para Israel, las preocupaciones no solo se centran en el programa nuclear, sino en la existencia misma del régimen que ha amenazado sus fronteras durante años.
Sin embargo, los expertos coinciden en que el objetivo de Israel de desestabilizar Irán para eliminarlo como competidor regional es un camino complicado. Daniel Bashandeh, analista político, explica que Israel se está enfocando en destruir instalaciones críticas e influir en el liderazgo iraní. Aun así, muchos creen que el régimen de los ayatolás, aunque enfrenta desafíos internos, se encuentra profundamente enraizado y capaz de resistir presiones externas.
La ofensiva militar podría tener consecuencias imprevistas, a pesar de la intención de Israel de debilitar el régimen iraní. Algunos académicos aseguran que los ataques pueden fortalecer la narrativa del nacionalismo entre los iraníes y permitir al régimen consolidar su control. La historia muestra que las intervenciones externas a menudo generan un sentido de unidad frente a un enemigo común, lo que podría empoderar al gobierno en Teherán.
Por otro lado, los movimientos de oposición en Irán han sido diversos y fragmentados, y aunque ha habido protestas significativas, como las que surgieron tras la muerte de Mahsa Amini, la posibilidad de que estas acciones se traduzcan en un cambio de régimen es incierta. La inestabilidad provocada por los ataques israelíes podría tanto revigorizar el régimen como dar pie a nuevas movilizaciones de la oposición.
La situación geopolítica es aún más compleja, ya que Estados Unidos y los países del Golfo también tienen sus propios intereses en juego. Mientras que la administración estadounidense ha mostrado interés en negociar con Irán, la acción militar de Israel parece ir en contra de esos esfuerzos. Esto ha llevado a algunos a especular que Israel podría estar actuando de manera independiente, buscando asegurar su posición regional en un contexto de incertidumbre.
Finalmente, aunque un cambio de régimen en Irán puede parecer un objetivo lejano, los expertos coinciden en que la eliminación de su potencial nuclear y militar sería suficiente para que Israel considere que ha cumplido su misión. Mientras Tel Aviv mantenga su estatus de potencia militar hegemónica en la región, la amenaza que representa Irán se verá limitada, transformando así el equilibrio de poder en Oriente Medio.
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