Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

El escándalo que ha estallado en Francia en torno a la icónica marca de agua mineral Perrier ha generado un terremoto en la industria de las bebidas. Conocido localmente como el "watergate" del agua, las revelaciones sobre la filtración de agua para ocultar su degradación han puesto en jaque no solo a la famosa marca, sino también a la confianza de los consumidores en la calidad del agua embotellada en el país. La situación ha escalado hasta el punto en que el ministerio de Sanidad ha instado a las agencias regionales de salud a realizar inspecciones imprevistas en todos los puntos de envasado de aguas de manantial en Francia.
La investigación surgió tras las informaciones publicadas por el periódico Le Monde y Radio France, que han destapado que las plantas de Perrier, propiedad del grupo Nestlé desde 1992, han estado utilizando sistemas de filtración para eliminar la contaminación bacteriana de ciertos pozos. Este procedimiento, que afecta a al menos un tercio del agua mineral comercializada en Francia, contraviene las estrictas normativas de la Unión Europea, las cuales prohíben cualquier tratamiento de desinfección que implique la presencia de bacterias en el agua etiquetada como “mineral”.
El escándalo no solo ha puesto en entredicho la integridad de Perrier, sino que también ha llevado a la luz complicidades dentro del Gobierno francés. Desde 2021, las autoridades estaban al tanto del uso de estos filtros en las fábricas de Nestlé, pero optaron por permitir que la multinacional continuara su actividad, a pesar de las advertencias de los expertos en sanidad. Una reciente comisión de investigación del Senado concluyó que el Ejecutivo había "encubierto" las prácticas fraudulentas de Nestlé, generando un impacto negativo en la percepción pública del gobierno.
El problema va más allá de la publicidad engañosa; se plantean preocupaciones sobre la salud pública. En abril, se detectó un caso de contaminación en la planta de Vergèze, en el sur de Francia, donde se produce el agua Perrier desde hace 160 años. Esta planta no solo tiene un valor simbólico para la marca, sino que también representa un importante motor económico para el pequeño municipio de aproximadamente 5.000 habitantes. La preocupación aumenta ante la posibilidad de que otros productores de agua mineral puedan enfrentar situaciones similares en el futuro, dado el impacto del cambio climático en la gestión del agua en la región.
Los hidrólogos han emitido advertencias sobre cómo el cambio climático está afectando la calidad del agua en esta zona de Francia. La escasez de agua y el aumento de temperaturas pueden intensificar la concentración de compuestos contaminantes, lo que a su vez podría complicar la calidad del agua extraída de los pozos. Durante episodios de lluvia intensa, las bacterias que solían filtrarse a través de los pozos superficiales pueden llegar a los acuíferos más profundos, de donde se extrae el agua mineral.
La situación se ha vuelto crítica, y la agencia regional de salud ha detectado recientemente bacterias intestinales patógenas en algunos envases de Perrier, lo que llevó a la empresa a detener la producción de unas 300.000 botellas. En 2024, la compañía ya había destruido dos millones de envases debido a la presencia de bacterias fecales en uno de sus pozos, una medida que Nestlé justificó como una "precaución necesaria".
En respuesta a la creciente presión, la Prefectura de Gard ordenó un análisis adicional que concluyó que la pureza de los acuíferos no estaba garantizada. Como resultado, obligó a Nestlé a retirar sus sistemas de filtración si deseaba mantener la etiqueta de “agua mineral natural”. Recientemente, la empresa declaró que ya ha realizado modificaciones a sus dispositivos para cumplir con las normativas vigentes.
Durante su comparecencia ante el Senado, el director general de Nestlé, Laurent Freixe, reconoció que el escándalo representa una amenaza significativa para la reputación de la marca Perrier. En un intento de adaptarse a la situación, la multinacional ha lanzado una nueva línea de productos, Maison Perrier, que no lleva la etiqueta de "mineral", permitiendo así el uso de filtración.
Sin embargo, el daño ya parece estar hecho. El escándalo ha resultado en una caída del 24% en las ventas de Perrier, en un mercado en el que las aguas minerales en general crecen a un ritmo del 2,5% anual. De este modo, la confianza del consumidor se tambalea, y la emblemática marca enfrenta un futuro incierto en un entorno cada vez más competitivo y regulado. La situación abre un debate necesario sobre la transparencia en la industria de las aguas embotelladas y la responsabilidad de las grandes corporaciones en la preservación de la calidad del agua.
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