El visado de oro atrae a 70,000 interesados y desata el debate en EE.UU.

El visado de oro atrae a 70,000 interesados y desata el debate en EE.UU.

El programa creado por el republicano ofrece residencia legal en Estados Unidos a cambio de una inversión de cinco millones de dólares

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Guerra 18.06.2025

Desde su lanzamiento a principios de abril, el visado de oro, conocido también como "golden card", ha captado la atención de casi 70,000 personas que ya se han registrado en la lista de espera. Esta información, proporcionada por el secretario de Comercio, Howard Lutnick, ha desatado un aluvión de reacciones y especulaciones sobre el impacto que este programa podría tener en la economía estadounidense y en el panorama de la inmigración.


El visado, que promete residir y trabajar legalmente en los Estados Unidos a inmigrantes de altos ingresos, requiere una inversión inicial de cinco millones de dólares. Esta cifra, aunque exorbitante para muchos, ha atraído a un sector específico de la población que ve en este programa una oportunidad para acceder a uno de los mercados más prominentes del mundo, así como un posible camino hacia la ciudadanía americana. La iniciativa está diseñada no solo para atraer a individuos adinerados, sino también para fomentar la inversión en el país.


El portal de inscripción, que ha sido diseñado con la imagen del presidente Trump y símbolos icónicos de Estados Unidos, invita a las personas a registrarse y expresar su interés en el programa. En un mensaje entusiasta, Trump afirmó en su red social Truth Social que “miles de personas han estado llamando y preguntando cómo pueden inscribirse para recorrer un hermoso camino y acceder al mejor país y mercado del mundo”. Esta frase resuena con aquellos que buscan no solo un nuevo hogar, sino también una mejora en su calidad de vida.


Detrás de esta propuesta se encuentra no solo el apoyo de Lutnick, sino también el diseño conceptual de John Paulson, un multimillonario y notable donante de la campaña republicana. La idea de la tarjeta dorada es clara: atraer a empresarios y organizaciones a operar en Estados Unidos, todo ello mientras se busca aliviar la pesada deuda interna que asciende a 36 billones de dólares. Este enfoque ha suscitado un debate sobre la viabilidad y la ética de ofrecer un “pase dorado” a la riqueza.


Actualmente, el programa de visados EB-5 permite a extranjeros de altos ingresos obtener la residencia permanente mediante inversiones de hasta 1.8 millones de dólares. Sin embargo, la administración Trump busca reemplazar este sistema con la tarjeta Trump, pretendiendo emitir decenas de miles de estas tarjetas doradas en los meses venideros. La ambición es clara: que unos 200,000 visados generen un ingreso de hasta un billón de dólares en el Tesoro estadounidense.


Durante su reciente gira por Arabia Saudita, Catar y los Emiratos Árabes Unidos, funcionarios del Gobierno promovieron activamente el visado entre los millonarios locales, lo que refleja un interés internacional en el programa. Sin embargo, a pesar del entusiasmo, aún quedan sin resolver varios aspectos clave, como la estructura tributaria que se aplicará a los titulares de estas tarjetas y las restricciones de elegibilidad para ciudadanos de ciertos países.


Ahora, con miles de solicitudes en espera, la verificación y aprobación de estas solicitudes se llevará a cabo de manera conjunta entre varios departamentos federales, incluyendo Seguridad Nacional, Estado y Comercio. Este proceso podría presentar desafíos adicionales, dada la cantidad de solicitudes y la necesidad de una revisión exhaustiva para asegurar la integridad del programa.


No obstante, la propuesta de la tarjeta dorada no ha estado exenta de críticas. La congresista demócrata Delia Ramirez ha calificado la iniciativa como un “esquema engañoso y profundamente corrupto”, argumentando que socava los valores democráticos fundamentales y que, al ser un proyecto presidencial, esquiva los controles habituales del Congreso. Esto plantea interrogantes sobre la transparencia y la ética de un programa que podría privilegiar a los adinerados.


Mientras tanto, el debate sobre la tarjeta dorada continuará intensificándose, tanto en el ámbito político como en la opinión pública. Queda por ver si esta iniciativa logrará su objetivo de estimular la inversión extranjera en Estados Unidos o si, por el contrario, se convertirá en un punto de fricción en la ya polarizada arena política del país. La llegada de los primeros titulares de esta controvertida visa podría marcar un hito en la relación entre inmigración y economía en la nación.

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