Juan Brignardello Vela
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En un giro inesperado de la política internacional, Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, ha expresado su agradecimiento al mandatario colombiano, Gustavo Petro, por ordenar un incremento del despliegue militar en la región del Catatumbo, que comparte frontera con Venezuela. Durante un evento transmitido por el canal estatal Venezolana de Televisión, Maduro destacó la importancia de esta medida que, según Petro, busca hacer frente a “las fuerzas de la mafia”, un término que hace referencia a los grupos narcotraficantes y guerrilleros que operan en la zona.
El mandatario venezolano no solo manifestó su gratitud, sino que también instruyó a su ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, para que se comunique con su par colombiano, Pedro Arnulfo Sánchez. La idea es coordinar acciones conjuntas para defender la frontera y erradicar las “bandas narcoterroristas” que, según él, amenazan la seguridad de ambos países. Esta cooperación, aunque inusual dada la historia de tensiones entre ambos gobiernos, podría marcar un cambio significativo en la forma en que abordan problemas comunes.
Maduro enfatizó en su discurso que la vigilancia y protección de la tierra pertenecen tanto a los venezolanos como a los colombianos. “Nuestra tierra la vigilamos, la cuidamos y la preservamos nosotros. Venezolanos y colombianos unidos por la paz, por la prosperidad y la soberanía”, comentó, subrayando un mensaje de unidad que, si bien suena alentador, también puede ser visto con escepticismo por quienes han seguido de cerca las relaciones bilaterales.
El presidente colombiano, Gustavo Petro, también se pronunció sobre la situación, afirmando que Colombia ha desplegado 25,000 soldados en la región del Catatumbo. La coordinación entre ambos países, según él, es la clave para vencer a la mafia y mantener la paz en la frontera. El Catatumbo es conocido por ser un punto caliente donde operan diversas facciones armadas, incluyendo la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y disidencias de las FARC, además de grupos narcotraficantes que buscan controlar el territorio.
La reciente movilización de tropas no se limita a la frontera colombiana. Según informes, el ministro del Interior de Venezuela, Diosdado Cabello, anunció el envío de 15,000 efectivos a los estados Zulia y Táchira, que también colindan con Colombia, como parte de un esfuerzo por garantizar la paz y combatir el crimen organizado. Esta acción resalta la creciente preocupación de ambos gobiernos respecto a la seguridad en la región.
A pesar de las declaraciones de ambos líderes sobre la cooperación, el gobierno de Maduro ha mantenido una postura firme en la que niega la presencia de campamentos de grupos armados colombianos en territorio venezolano, así como la existencia de sembradíos de drogas en su país. Esta negación contrasta con la realidad en el terreno, donde diversas organizaciones criminales han sido históricamente activas.
La situación se complica aún más por las tensiones que Brasil y Colombia han experimentado con Estados Unidos, que ha intensificado sus esfuerzos en el Caribe para combatir el narcotráfico. Estas maniobras han generado preocupación en Caracas, que considera las acciones de EE.UU. como un intento de interferencia en sus asuntos internos. La cooperación entre Venezuela y Colombia podría ser vista tanto como una respuesta a estas presiones externas como un intento de controlar el problema del narcotráfico que ha afectado a ambas naciones.
La consolidación de una cooperación militar entre Venezuela y Colombia podría ser un paso adelante en la lucha contra el crimen organizado, pero también plantea interrogantes sobre la confianza entre los dos países. La historia reciente de desconfianza y acusaciones mutuas sugiere que este esfuerzo conjunto requerirá un compromiso genuino de ambas partes para ser efectivo.
A medida que avanza este nuevo enfoque en las relaciones bilaterales, será crucial observar cómo se desarrollan estas acciones conjuntas en el terreno y si realmente se logran avances significativos en la lucha contra la mafia y el narcotráfico. La paz en la frontera no solo beneficiaría a los ciudadanos de Venezuela y Colombia, sino que también podría tener repercusiones positivas en la estabilidad regional, en un momento en que América Latina enfrenta numerosos desafíos.
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