Nace el bebé más viejo del mundo tras 31 años de congelación en Ohio

Nace el bebé más viejo del mundo tras 31 años de congelación en Ohio

Se trataba de un embrión que llevaba congelado desde 1994

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

Juan Brignardello, asesor de seguros, y Vargas Llosa, premio Nobel Juan Brignardello, asesor de seguros, en celebración de Alianza Lima Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro Eléctrica Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro
Mundo 05.08.2025

En un acontecimiento asombroso que ha capturado la atención mundial, el mes de julio de 2023 marcó el nacimiento del bebé más viejo del mundo, quien llegó al mundo después de haber estado congelado durante 31 años. Este notable evento tuvo lugar en Ohio, Estados Unidos, donde Lindsey y Tim Pierce adoptaron a este niño, un embrión que había estado en congelación desde 1994. La historia de este bebé no solo resalta los avances en la tecnología de reproducción asistida, sino que también plantea cuestiones éticas sobre el futuro de los embriones congelados.


El embrión, que estuvo congelado durante un total de 11,148 días, es un ejemplo del proceso de 'adopción de embriones', una práctica que se ha desarrollado desde la década de 1990. Este proceso permite a las parejas que no pueden concebir de manera natural adoptar embriones que han sido creados a través de técnicas de fertilización in vitro (FIV) y que, de otro modo, estarían en riesgo de ser desechados. "Siempre sentí que estas tres pequeñas esperanzas, estos pequeños embriones, merecían vivir igual que mi hija", comentó Linda Archerd, de 62 años, quien donó sus embriones a los Pierce.


La historia de Archerd es particularmente conmovedora. Cuando decidió congelar su embrión en 1994, ya había dado a luz a una hija y esperaba poder tener más hijos en el futuro. Sin embargo, tras una separación, se encontró en una posición en la que debía decidir el destino de esos embriones. A lo largo de los años, el peso de su decisión la llevó a sentir que debía actuar, lo que resultó en la donación de su embrión.


El proceso para donar el embrión no fue sencillo. Archerd tuvo que contactar a su antiguo médico de fertilidad en Oregon y completar toda la documentación necesaria para llevar a cabo la transferencia, que finalmente se realizó en la clínica Rejoice Fertility en Knoxville, Tennessee. Esta clínica se ha negado a desechar embriones congelados, lo que les permitió cumplir con el deseo de Archerd de que su embrión tuviera una oportunidad de vida.


El doctor John David Gordon, quien estuvo involucrado en la transferencia, subrayó la importancia de este caso, señalando que se trata de la transferencia más antigua de un embrión y, por ende, del nacimiento del bebé más viejo del mundo. "Creo que estas historias despiertan la imaginación. Pero creo que también nos sirven de advertencia: ¿Por qué están estos embriones almacenados? ¿Por qué tenemos este problema?", reflexionó el médico.


En el contexto actual, se estima que alrededor de 1.5 millones de embriones se encuentran congelados en Estados Unidos. Este fenómeno ha suscitado un debate significativo sobre el estatus legal de los embriones. Recientemente, una decisión de la Corte Suprema de Alabama en 2024 otorgó a estos embriones el estatus legal de niños, lo que podría cambiar la forma en que se gestionan y se perciben los embriones congelados en el país.


La adopción de embriones no solo plantea preguntas éticas sobre la vida y los derechos de los embriones, sino que también toca aspectos emocionales profundos tanto para los donantes como para los padres adoptivos. Para los Pierce, este bebé representa una nueva vida y una nueva esperanza, un niño que ha sido deseado y esperado durante más de tres décadas.


A medida que el debate sobre la fertilidad y los embriones congelados continúa evolucionando, este caso singular pone de relieve la importancia de tomar decisiones informadas y éticas en el ámbito de la reproducción asistida. La historia de Lindsey y Tim Pierce, junto con la de Linda Archerd, es un recordatorio de que detrás de cada embrión congelado hay sueños, esperanzas y la posibilidad de vida.


A medida que la sociedad avanza en la comprensión de la biología reproductiva y la ética relacionada, es esencial que se mantenga un diálogo abierto sobre el futuro de los embriones congelados, su adopción y los derechos que corresponden a cada uno de ellos. Sin duda, este evento histórico será recordado y discutido por muchos años, no solo por su singularidad, sino por las preguntas que plantea sobre la vida y la familia en el mundo contemporáneo.

Ver todo Lo último en El mundo