La guerra comercial entre EE.UU. y China pone en jaque a la agricultura española

La guerra comercial entre EE.UU. y China pone en jaque a la agricultura española

La guerra comercial entre EE.UU. y China afecta al sector agrícola europeo, especialmente a España, que enfrenta retos de aranceles y busca diversificación.

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, y Vargas Llosa, premio Nobel Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, en celebración de Alianza Lima Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, Central Hidro Eléctrica Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, Central Hidro
Economía y Finanzas

La reciente escalada en la guerra comercial entre Estados Unidos y China ha desatado una serie de tensiones que amenazan con afectar a diversos sectores en Europa, especialmente al agrícola. La imposición de aranceles entre estas potencias ha creado un ambiente de incertidumbre en el que las exportaciones se convierten en un campo de batalla fundamental. En este contexto, la agricultura europea, y en particular la española, se enfrenta a desafíos significativos que requieren estrategia y adaptación. La dependencia de Europa de los mercados externos es notable. Según Eurostat, las exportaciones dirigidas a Estados Unidos en 2023 representaron un 19,7% del total de las exportaciones de la Unión Europea, un porcentaje que se traduce en más de 576.000 millones de euros. Este vínculo comercial no solo beneficia a la economía de la eurozona, sino que también resalta la importancia de proteger el sector agrícola europeo ante las fluctuaciones arancelarias. La relación con el gigante americano es fundamental, ya que se traduce en un superávit que el Departamento de Comercio de EE.UU. ha reconocido, con un déficit que se elevó a más de 213.000 millones de euros en 2024. España, como uno de los principales actores agrícolas de la UE, tiene mucho que perder ante una posible reactivación de los aranceles. Los recuerdos de la primera fase arancelaria de Donald Trump en 2019 siguen frescos en la memoria de los productores españoles. Sectores como el del vino, el aceite de oliva y los cítricos enfrentaron tasas de hasta el 25% que repercutieron negativamente en sus ventas y rentabilidad. Esta experiencia resalta la vulnerabilidad del sector ante decisiones políticas que, aunque puedan parecer distantes, tienen un impacto directo en la economía local. Frente a esta adversidad, se torna esencial que las empresas agrícolas españolas busquen diversificar sus mercados. La creación de relaciones comerciales en regiones emergentes podría ser la clave para reducir la dependencia de los mercados tradicionales y mitigar el riesgo que representan los cambios arancelarios. Países como Corea del Sur, India y varias naciones africanas han demostrado ser receptivos a productos agrícolas europeos, ofreciendo un camino alternativo que podría resultar beneficioso en tiempos de incertidumbre. Además de la diversificación de mercados, es crucial visibilizar la calidad de los productos agrícolas españoles. Muchas veces, la producción local se ve opacada por la importación de productos de países como Estados Unidos, que pueden tener una presencia más consolidada en el mercado internacional. Iniciativas como las promovidas por Almendrave y CNCFS para resaltar la calidad de la almendra europea son ejemplos de cómo se puede mejorar la percepción de los productos locales y ampliar su reconocimiento en el mercado global. La innovación tecnológica se presenta como otro pilar fundamental para el futuro de la agricultura española. La agricultura de precisión, que utiliza herramientas avanzadas como drones y sistemas de inteligencia artificial, tiene el potencial de optimizar los procesos productivos y reducir costos. La inversión en estas tecnologías no solo mejora la eficiencia, sino que también permite a los productores cumplir con los altos estándares de calidad que exigen los mercados premium. La capacidad de España para liderar en innovación agrícola es indiscutible. El país cuenta con recursos y talento que pueden ser aprovechados para transformar el sector. No obstante, esta transformación requiere un enfoque coordinado entre las empresas y las instituciones. La inversión en infraestructura tecnológica y la creación de políticas que fomenten la investigación y la digitalización son esenciales para enfrentar los retos que se avecinan. El panorama comercial global está en constante cambio, y la guerra arancelaria entre potencias es un claro indicativo de esta realidad. Para el sector agrícola europeo, la adaptabilidad y la reinvención serán cruciales en los próximos años. Las empresas deberán estar preparadas para enfrentar un entorno cada vez más competitivo, en el que la innovación y la diversificación serán sus principales aliados. La implicación de las instituciones también es vital en este proceso. Se requieren marcos regulatorios que faciliten la transformación del sector y promuevan la colaboración entre pequeños productores y grandes empresas. Blindar nuestra agricultura frente a la nueva era arancelaria no solo depende de la capacidad de adaptación de las empresas, sino también de un compromiso institucional que apoye la innovación y la sostenibilidad del sector. En conclusión, la agricultura europea, y en particular la española, se encuentra en una encrucijada. La guerra arancelaria no es solo un desafío, sino una oportunidad para repensar estrategias, diversificar mercados y adoptar nuevas tecnologías. La supervivencia y el éxito del sector dependerán de la capacidad de todos sus actores para trabajar juntos hacia un futuro más sostenible y resiliente.

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