Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En las últimas semanas, el sistema de salud pública de Argentina ha enfrentado un ajuste significativo que ha generado preocupación entre profesionales de la salud, especialistas y la población en general. A través del decreto 1138/24, publicado en el Boletín Oficial a finales de 2024, el gobierno nacional ha iniciado un proceso de reducción de personal que impactará en varias instituciones y hospitales del país. Esta decisión fue comunicada oficialmente mediante redes sociales, donde se informó que no se renovarían los contratos de 1.400 trabajadores. El sistema público de salud es vital para cerca del 27% de la población argentina que no tiene acceso a obras sociales ni a prestadoras privadas. En un contexto donde las empresas de medicina prepaga han visto un descenso en sus afiliados debido a aumentos de precios y a la creciente informalidad laboral, se espera que más personas acudan al sistema público. Sin embargo, este ajuste de personal plantea serias dudas sobre la capacidad del sistema para atender a una demanda creciente. El impacto de estas no renovaciones no se ha limitado a un número específico de hospitales, sino que se extiende a entidades clave como el Instituto Nacional del Cáncer, el PAMI y varios hospitales nacionales, entre otros. La falta de información clara y detallada sobre qué áreas específicas se verán afectadas ha generado incertidumbre en la comunidad médica. La eliminación de personal en áreas de alta especialización, como las direcciones de enfermedades transmisibles, ha sido particularmente alarmante. La reacción de la comunidad científica y médica no se ha hecho esperar. La Sociedad Argentina de Infectología (SADI) ha solicitado una reunión con el Ministro de Salud para discutir las consecuencias de estas decisiones sobre el acceso igualitario a la salud. Se teme que la reestructuración del ministerio afecte áreas críticas de control sanitario y epidemiológico, que son esenciales para la salud pública en el país. Dentro del Ministerio, se ha intentado tranquilizar a los involucrados al afirmar que los programas de salud no se verán comprometidos. Sin embargo, los expertos advierten que la reducción de personal especializado podría afectar la eficacia de programas clave, como los de vacunación y control de enfermedades infecciosas. A pesar de las garantías del ministerio, muchos en el campo de la salud creen que la reducción de recursos humanos no puede realizarse sin repercusiones en el funcionamiento de estas áreas críticas. El diputado Pablo Yedlin ha planteado el tema en el Congreso, argumentando que la falta de personal en áreas como la Dirección Nacional de Enfermedades Inmunoprevenibles podría llevar a un empeoramiento en indicadores de salud que ya son preocupantes, como las bajas coberturas de vacunación y un aumento en los casos de enfermedades como la tuberculosis. A su juicio, esta situación pone en riesgo la salud pública y podría resultar en un desastre sanitario. Otros grupos, como la Fundación Huésped, han expresado su preocupación por el desmantelamiento de áreas que son esenciales para el tratamiento de enfermedades como el VIH. El cierre de estas se interpretaría no solo como un retroceso en términos de salud pública, sino también como una violación de compromisos internacionales que Argentina ha asumido en relación al derecho a la salud. El ministerio ha asegurado que no habrá recortes presupuestarios, sino un ahorro en gastos debido a la reducción de la estructura jerárquica, lo cual ha sido cuestionado por numerosos expertos. La falta de personal técnico especializado podría traducirse en una atención insuficiente y en la incapacidad de responder adecuadamente a las necesidades de salud de la población. Mientras tanto, el debate sobre la responsabilidad del Estado en la atención sanitaria se intensifica. El gobierno parece estar abriendo la puerta a una mayor descentralización de las responsabilidades sanitarias hacia las provincias, una estrategia que ha generado temor sobre la posible privatización de ciertos servicios de salud. En este sentido, se plantea la pregunta de cómo se garantizará la calidad y el acceso equitativo a la salud si se reduce la intervención del Estado. Finalmente, los recortes en el sistema de salud parecen contradecir las lecciones aprendidas durante la pandemia, donde el fortalecimiento del sistema fue crucial para enfrentar la crisis sanitaria. Con la salud mental, por ejemplo, siendo una de las áreas más afectadas, la decisión de desmantelar servicios ya existentes plantea serias dudas sobre el futuro del sistema de salud en Argentina y su capacidad para responder a las necesidades de su población en un contexto de creciente precariedad.