Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
A medida que entramos en 2025, el panorama de la investigación sobre el Alzheimer está evolucionando de manera dramática, encendiendo una ola de optimismo entre los profesionales de la salud y las familias afectadas por esta devastadora enfermedad. Si bien el Alzheimer sigue siendo un gran desafío, los nuevos avances sugieren un futuro en el que su progresión podría gestionarse de manera más efectiva, si no es que revertirse. Anuncios recientes destacan una serie de avances en el tratamiento y diagnóstico del Alzheimer que podrían redefinir el enfoque hacia esta condición neurodegenerativa. En particular, la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) ha recomendado Lecanemab, el primer nuevo medicamento en dos décadas que elimina activamente las proteínas amiloides del cerebro; estas proteínas son un factor principal en el desarrollo del Alzheimer. Esto marca un cambio significativo respecto a los medicamentos anteriores que principalmente ofrecían alivio sintomático sin alterar el curso de la enfermedad. El profesor Seán Kennelly, un destacado geriatra y líder clínico en la Clínica de Evaluación de la Memoria del Hospital Universitario de Tallaght, enfatiza la importancia de estos desarrollos. "Estamos entrando en una nueva era de tratamientos similares a la quimioterapia para el Alzheimer. Estos medicamentos atacan la patología subyacente de la enfermedad en lugar de simplemente abordar los síntomas", explica. El paradigma del tratamiento está cambiando hacia la intervención temprana, con nuevas herramientas de diagnóstico que permiten detectar la acumulación de amiloides en el cerebro años antes de que se manifiesten los síntomas clínicos. Actualmente, alrededor del 10 por ciento de los pacientes que visitan clínicas de memoria podrían beneficiarse potencialmente de estos tratamientos. Sin embargo, Kennelly advierte que muchos de los avances pueden no ayudar de inmediato a aquellos que ya experimentan síntomas significativos. En cambio, sirven como una medida proactiva para individuos en etapas más tempranas de la enfermedad, presentando una oportunidad para un futuro en el que el Alzheimer podría ser visto como una condición manejable, similar a la diabetes o el VIH. Los desarrollos en diagnóstico son igualmente prometedores. Con la introducción de análisis de sangre capaces de detectar con precisión los biomarcadores del Alzheimer, específicamente la proteína pTau217, hay un creciente optimismo de que el diagnóstico se volverá más accesible y menos invasivo en comparación con las pruebas tradicionales de líquido cefalorraquídeo o costosas tomografías por emisión de positrones (PET). Si bien la posibilidad de que estas pruebas estén ampliamente disponibles en los próximos dos años es emocionante, la necesidad inmediata de atención y apoyo para las aproximadamente 64,000 personas que actualmente viven con demencia en Irlanda sigue siendo crítica. A medida que los avances científicos toman el centro del escenario, hay una conversación igualmente convincente sobre el papel de los factores de estilo de vida en la prevención de la demencia. La investigación indica que hasta el 50 por ciento de los casos de demencia están asociados con factores de riesgo modificables. La Comisión Lancet sobre la Demencia destacó recientemente cómo simples cambios en el estilo de vida pueden mitigar significativamente el riesgo de desarrollar esta condición. El ejercicio regular, una dieta equilibrada, el compromiso cognitivo y la interacción social son todas medidas protectoras que se pueden adoptar en cualquier etapa de la vida. El profesor Kennelly subraya la importancia de abordar no solo el manejo médico del Alzheimer, sino también el aspecto holístico de la salud cerebral. “La evidencia es clara; tenemos el poder de influir en nuestro riesgo de demencia a través de nuestras elecciones de estilo de vida. Los beneficios de estos cambios pueden ser profundos, independientemente de cuándo se inicien”, afirma. El informe identifica factores de riesgo adicionales, como el colesterol LDL alto y la pérdida de visión no tratada, que contribuyen a la demencia. El trabajo de Kennelly en la primera clínica de salud cerebral de Irlanda para personas con síntomas leves de memoria tiene como objetivo proporcionar el apoyo y la educación necesarios para implementar estos cambios en el estilo de vida. La clínica enfatiza un enfoque integral, centrándose en el ejercicio, la dieta y los chequeos de salud regulares, particularmente para la audición y la visión, a menudo pasados por alto pero cruciales para la salud cognitiva. Además, hay evidencia que sugiere que las vacunaciones contra el herpes zóster y la influenza también pueden desempeñar un papel en la reducción del riesgo de demencia, lo que ha llevado a solicitar el reembolso de estas medidas preventivas dentro del sistema de salud irlandés. A medida que investigadores y clínicos trabajan diligentemente para desentrañar las complejidades del Alzheimer, el enfoque dual en la innovación farmacéutica y la modificación del estilo de vida podría anunciar un nuevo capítulo en la lucha contra esta enfermedad. Si bien el camino aún se está desarrollando, los avances de 2024 ofrecen un rayo de esperanza para muchos, reforzando la creencia de que, a través de la concienciación y la acción, la marea contra el Alzheimer puede, de hecho, cambiar.