España enfrenta retos en la producción de biometano a pesar de su gran potencial

España enfrenta retos en la producción de biometano a pesar de su gran potencial

El biometano en España, aún en desarrollo, tiene gran potencial para 2030, pero enfrenta barreras regulatorias y necesita más inversión.

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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El biometano se ha convertido en un tema candente en el ámbito energético, especialmente en Europa, donde la transición hacia fuentes de energía más sostenibles es una prioridad. En España, el biometano, un biocombustible renovable obtenido de los residuos orgánicos, aún se encuentra en una fase incipiente, a pesar de que el país cuenta con un enorme potencial para su producción. En 2024, las 11 plantas de biometano en operación en España inyectaron 315,7 GWh a la red gasista, lo que representa apenas el 0,10% de la demanda nacional de gas natural. La producción de biometano se basa en el upgrading del biogás, que se produce a partir de la descomposición de desechos biológicos. Este proceso convierte los residuos orgánicos en un gas renovable que puede ser utilizado de manera similar al gas natural fósil, pero con la ventaja de tener una huella de carbono neutra o incluso negativa. Esto no solo reduce las emisiones de CO2, sino que también contribuye a un modelo de economía circular al aprovechar materiales que, de otro modo, serían desechados. A pesar de que España tiene un considerable potencial, con estimaciones que indican que podría alcanzar más de 163 TWh al año, el país se encuentra rezagado en comparación con otros estados europeos. Mientras que en Dinamarca, Suecia y Alemania el biometano representa porcentajes significativos de su demanda de gas natural, en España la producción se queda corta. Aún se está a la espera de un marco regulatorio específico que impulse este sector, aunque la Hoja de Ruta del Biogás, publicada en 2022, planteó un ambicioso objetivo de 10 TWh para 2030, cifra que se revisó a 20 TWh en la siguiente revisión del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC). Actualmente, la producción nacional se estima en 0,5 TWh, con un adicional de 1,2 TWh en construcción. Esto pone de manifiesto que el país está lejos de alcanzar sus objetivos en un contexto donde otros países europeos ya han avanzado significativamente. Un ejemplo relevante es Suiza, que, a pesar de su tamaño, cuenta con 40 plantas de biometano, mientras que España, a pesar de su potencial agrícola y ganadero, solo tiene 11 plantas operativas. El camino hacia un aumento en la producción de biometano en España no está exento de retos. Por un lado, la Asociación Europea de Biogás señala que el sector se encuentra en las primeras etapas de desarrollo, aunque hay un creciente interés y varias iniciativas políticas en marcha. Esto se traduce en un número creciente de proyectos, con alrededor de 90 iniciativas en desarrollo que podrían desbloquear más de 4,5 TWh anuales. Sin embargo, diversas barreras persisten, incluyendo un marco regulatorio menos ambicioso en comparación con otros países de la UE. La tramitación de permisos puede ser compleja y prolongarse hasta cuatro años, lo que retrasa la implementación de nuevos proyectos. Adicionalmente, la falta de incentivos económicos estables limita la inversión y el crecimiento del sector, a pesar de que en algunas ocasiones se han presentado ayudas puntuales. El panorama se ilumina con la aparición de nuevos actores en el sector privado, como Moeve, que se propone gestionar 4 TWh anuales de biometano para 2030, desarrollando alrededor de 30 plantas en diversas comunidades autónomas. Esto revela un creciente interés de las empresas por participar en este nuevo modelo energético, lo que podría acelerar el desarrollo del sector. Las ventajas del biometano son múltiples. Además de ser una fuente de energía renovable con un impacto ambiental reducido, su producción se basa en materias primas que son abundantes en España, lo que lo convierte en una opción viable y sostenible. La infraestructura existente de gasoductos y redes gasistas puede facilitar su distribución, mientras que la voluntad política parece estar empezando a alinearse en favor de esta transición energética. En resumen, aunque España tiene un largo camino por recorrer para integrar el biometano en su matriz energética, el potencial es enorme y las oportunidades son evidentes. Con una combinación de voluntad política, inversión privada y un marco regulatorio adecuado, el país podría posicionarse como un líder en la producción de biometano en Europa, aprovechando su riqueza agrícola y generando beneficios económicos y ambientales significativos.

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