
Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.




En este día, 11 de marzo, reflexionamos sobre tres eventos históricos significativos que han moldeado la sociedad moderna, cada uno marcado por la tragedia y la resiliencia de la humanidad frente a la calamidad. El 11 de marzo de 2011, Japón experimentó el catastrófico Gran Terremoto del Este de Japón, registrando una asombrosa magnitud de 9.0. Este evento sísmico, el más poderoso en la historia registrada de Japón, golpeó la costa este cerca de Sendai. Las consecuencias inmediatas fueron devastadoras: un tsunami de 15 metros se precipitó a través de la isla principal de Japón, Honshu, provocando la pérdida de más de 18,000 vidas y aniquilando comunidades enteras. Las repercusiones se extendieron más allá de la mera destrucción física; desencadenaron el desastre nuclear de Fukushima Daiichi, marcando el segundo peor accidente nuclear en la historia. El terremoto causó el cierre inmediato de los reactores nucleares, pero el posterior tsunami abrumó las defensas de la planta, inundándola y deshabilitando los generadores de emergencia. Esto llevó a una falla crítica, resultando en fusiones nucleares y la liberación de materiales radiactivos en el medio ambiente, lo que provocó evacuaciones masivas y una extensa zona de exclusión alrededor del sitio. La Agencia Internacional de Energía Atómica clasificó el desastre de Fukushima en el nivel siete, la máxima gravedad posible, una distinción que anteriormente solo había sido otorgada al desastre de Chernobyl en 1986. Avancemos hasta el 11 de marzo de 2004, y el mundo fue testigo de un tipo diferente de tragedia en España. En este día, 10 explosiones sacudieron cuatro trenes de cercanías durante la hora punta de la mañana en Madrid, matando a 193 personas e hiriendo a casi 1,800. Conocidos como los atentados del 11-M, este acto de terrorismo, llevado a cabo por extremistas islámicos, sigue siendo uno de los más mortales en la historia europea. Los incidentes desataron una agitación política, ocurriendo solo días antes de unas elecciones generales que llevaron a la destitución del Partido Popular, liderado por José María Aznar. Inicialmente, el gobierno intentó echar la culpa al grupo militante vasco ETA, pero investigaciones posteriores revelaron que los ataques fueron orquestados por un grupo inspirado en al-Qaeda, utilizando dispositivos explosivos improvisados ocultos en mochilas en los trenes. Este oscuro capítulo en la historia de España sirve como un doloroso recordatorio de las amenazas que plantea el extremismo y el profundo impacto del terrorismo en la sociedad. En un contexto más reciente, el 11 de marzo también marca el día en 2020 en que la Organización Mundial de la Salud declaró el brote del nuevo coronavirus (COVID-19) como una pandemia global. En ese momento, se habían reportado más de 118,000 casos en 114 países, con un número de muertos que superaba los 4,291. Esta declaración inició un cambio mundial en la política de salud pública, llevando a confinamientos, medidas de distanciamiento social y cambios extensos en la vida cotidiana. Los países de todo el mundo se apresuraron a responder, siendo India uno de los primeros en imponer un confinamiento nacional. La pandemia, que reclamaría millones de vidas y perturbaría economías en todo el mundo, también impulsó el desarrollo de vacunas, culminando en iniciativas globales como COVAX para garantizar un acceso equitativo. Al recordar estos eventos, reconocemos las profundas lecciones que nos transmiten. Desde la resiliencia mostrada frente a desastres naturales, la lucha constante contra el terrorismo, hasta el esfuerzo colectivo en la lucha contra una crisis de salud global, estos hitos en la historia nos recuerdan nuestra vulnerabilidad y fortaleza. Cada evento subraya la importancia de la preparación, la compasión y la solidaridad en nuestro mundo interconectado.