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Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
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Los científicos están emitiendo advertencias urgentes tras una serie de terremotos que sacudieron la costa oeste la semana pasada, sugiriendo que un evento sísmico significativo no solo es posible, sino 'inevitable'. Los recientes temblores han reavivado las preocupaciones sobre la Zona de Subducción de Cascadia, una falla tectónica que se extiende desde el norte de California hasta el noroeste del Pacífico, conocida por su capacidad para producir terremotos megathrust catastróficos y los tsunamis resultantes. Harold Tobin, director de la Red Sísmica del Noroeste del Pacífico, enfatizó la gravedad de la situación. Señaló que la Zona de Subducción de Cascadia, una falla de 700 millas de largo, tiene el potencial de generar terremotos tan poderosos como de magnitud 9, lo que podría traer tsunamis devastadores a toda la costa oeste. La Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) estima que tal desastre podría reclamar la vida de aproximadamente 14,000 personas e injuriar a más de 100,000 solo en Oregón y Washington. La última liberación significativa de energía sísmica de la Zona de Subducción de Cascadia ocurrió en 1700, cuando un terremoto megathrust de magnitud 9.2 golpeó la región. Desde entonces, la presión ha ido aumentando constantemente a lo largo de la falla. El Departamento de Manejo de Emergencias de Oregón ha evaluado el riesgo, afirmando que hay un 37 por ciento de probabilidad de que ocurra un terremoto de magnitud 7.1 o mayor dentro de los próximos 50 años. Robert Ezelle, director de la división de manejo de emergencias del estado de Washington, comentó que un terremoto de este tipo sería sin precedentes en términos de destrucción, posiblemente convirtiéndose en el peor desastre natural en la historia de EE. UU. La ubicación geográfica de Washington lo hace particularmente susceptible; el estado ocupa el segundo lugar, solo detrás de California, en riesgo de terremotos debido a la presencia de numerosas fallas y zonas de falla activas. Tobin indicó que, si bien estas pequeñas fallas pueden producir temblores menos potentes, podrían causar daños severos, llevando a una destrucción significativa de propiedades, acceso interrumpido a vecindarios y un alto número de víctimas. En un escenario de peor caso, un gran terremoto en la Zona de Subducción de Cascadia podría resultar en temblores que durarían cinco minutos, seguidos de olas de tsunami golpeando la costa durante hasta diez horas. Tal evento podría devastar la infraestructura, destruyendo aproximadamente 620,000 edificios, 100 hospitales y 2,000 escuelas. Con los funcionarios de manejo de emergencias advirtiendo que los residentes podrían necesitar depender de sus propios recursos durante al menos dos semanas después de un desastre, la urgencia de estar preparados nunca ha sido más clara. La historia sísmica reciente de Washington incluye el terremoto de Nisqually de 2001, un evento de magnitud 6.8 que ocurrió inesperadamente, causando alrededor de $4 mil millones en daños e hiriendo a casi 400 personas. Mientras tanto, California permanece en alerta por el posible impacto de la falla de San Andrés, que puede generar terremotos de hasta 8.3 de magnitud y devastar ciudades al provocar incendios, cortar la electricidad y romper tuberías de agua. Los expertos proyectan que un gran terremoto a lo largo de la falla de San Andrés podría resultar en 1,800 muertes, 50,000 lesiones y asombrosos $200 mil millones en daños. Si bien la Zona de Subducción de Cascadia y la falla de San Andrés reciben una atención significativa de los sismólogos, no son las únicas fuentes de amenaza sísmica para la costa oeste. Numerosas fallas activas se encuentran debajo de ciudades pobladas, incluyendo Seattle y Tacoma. En Oregón, también han ocurrido eventos sísmicos significativos fuera de la Zona de Subducción de Cascadia, como lo evidencian dos terremotos notables en 1993. La amenaza inminente de un gran terremoto está subrayada por estudios geológicos, que sugieren que la falla de San Andrés produce un 'Gran Terremoto' aproximadamente cada 150 años. Con el segmento norte habiendo experimentado recientemente un gran terremoto, la sección sur está atrasada, aumentando los temores para ciudades densamente pobladas como Los Ángeles y Palm Springs. La investigación indica que el sur de California enfrenta un 36 por ciento de probabilidad de un terremoto de magnitud 7.5 o mayor dentro de las próximas tres décadas. A medida que los temblores continúan sintiéndose en California, Oregón y Washington, el espectro de 'El Gran Terremoto' genera alarma tanto entre los residentes como entre los funcionarios. La mezcla de advertencias científicas y precedentes históricos sirve como un recordatorio sombrío de que la costa oeste debe estar preparada para los inevitables desafíos sísmicos que se avecinan.