Brasil mejora proyecciones de crecimiento económico en medio de incertidumbre global

Brasil mejora proyecciones de crecimiento económico en medio de incertidumbre global

Brasil prevé un crecimiento del 3,5% en 2024, impulsado por el agro, aunque enfrenta volatilidad del real y desinformación que afectan la confianza.

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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En un contexto de incertidumbre económica a nivel mundial, Brasil ha captado la atención de analistas y economistas tras la reciente publicación del Informe Trimestral de Inflación del Banco Central. Según el organismo, la economía brasileña se expandirá un 3,5% en 2024, lo que marca una ligera mejora respecto a las proyecciones de hace tres meses, que estimaban un crecimiento del 3,2%. Este pronóstico trae un respiro a un país que, a pesar de su vasto potencial, ha enfrentado numerosos retos en los últimos años. La proyección de crecimiento para 2025, aunque más conservadora, también ha sido ajustada al alza, pasando del 2,0% al 2,1%. Esta leve mejora se atribuye principalmente al sector agropecuario, que se anticipa experimentará un crecimiento robusto gracias a una cosecha récord ya prevista. Esta buena noticia contrarresta las expectativas más moderadas que se tienen sobre otros sectores de la economía, que probablemente enfrentarán un crecimiento más lento debido a la política monetaria restrictiva implementada por el Banco Central. Una de las razones detrás de esta optimista revisión de las proyecciones se encuentra en los resultados sorprendentes del tercer trimestre del año, donde la economía brasileña creció un 0,9% respecto al segundo trimestre. Este repunte ha llevado a la entidad financiera a prever que el crecimiento continuará acelerándose en el cuarto trimestre, lo que podría establecer una base sólida para el año siguiente. Sin embargo, no todo son buenas noticias para Brasil. La reciente volatilidad del real brasileño, que se ha devaluado casi un 9% frente al dólar en las últimas tres semanas, ha generado preocupaciones entre los inversores y en el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva. La administración ha tomado medidas drásticas, solicitando a la Policía Federal que investigue la circulación de noticias falsas en redes sociales, que han contribuido a aumentar la presión sobre la moneda nacional. La Abogacía General del Estado ha argumentado que la desinformación ha tenido un impacto directo en la percepción del mercado, lo que ha complicado los esfuerzos para estabilizar el cambio del real. La situación se complicó aún más cuando se difundieron declaraciones falsas atribuidas a Gabriel Galípolo, director del Banco Central, sugiriendo que Brasil adoptaría una nueva moneda vinculada a un supuesto conjunto de monedas de los BRICS. Frente a este panorama, el Banco Central ha descartado la idea de un "ataque especulativo coordinado" contra el real. Galípolo ha subrayado que el mercado no debería ser considerado como un bloque monolítico y que las fluctuaciones actuales son una combinación de inquietudes sobre la situación fiscal del país y un entorno internacional incierto. Esto refleja la complejidad de la economía brasileña, donde factores internos y externos juegan un papel crucial en la estabilidad de su moneda. El clima de desconfianza y la inestabilidad del real resaltan la necesidad de que el gobierno y el Banco Central implementen medidas que restauren la confianza de los inversores. Con la economía global enfrentando desafíos, desde la inflación hasta la incertidumbre política, Brasil necesita demostrar su capacidad para navegar en este entorno. A medida que nos adentramos en el 2024, la capacidad del país para generar un crecimiento sostenido dependerá no solo de la producción agrícola, sino también de la gestión fiscal, la confianza en las instituciones y la estabilidad de su moneda. Será un año crítico para el liderazgo de Lula da Silva, que deberá equilibrar medidas que fomenten el crecimiento económico mientras se enfrenta a la presión del mercado y la desinformación. La resiliencia de la economía brasileña será puesta a prueba, y la comunidad internacional observará de cerca cómo el gigante sudamericano enfrenta estos desafíos. La evolución de las proyecciones económicas y la salud del real servirán como indicadores clave del rumbo futuro del país en un escenario global cada vez más incierto. La capacidad de Brasil para sortear estas dificultades será fundamental no solo para su crecimiento interno, sino también para su posición en el escenario económico mundial.

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