Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En un reciente estudio realizado por Capitalismo Consciente Perú, en colaboración con el Centro Wiñaq y Datum, se ha revelado una preocupante tendencia entre los empresarios peruanos respecto a su participación en la política. Según los datos, un significativo 65% de los empresarios encuestados ha optado por no involucrarse en asuntos políticos, lo que plantea interrogantes sobre el papel que el sector privado debería jugar en el desarrollo del país y la solución de sus problemas más apremiantes. El contexto político y social de Perú ha sido marcado por crisis recurrentes, donde el Estado, considerado responsable de muchos de los desafíos actuales, parece incapaz de plantear soluciones efectivas. A pesar de esta situación, un tercio de los empresarios en Lima y Callao sostiene que no es su responsabilidad participar en la política, argumentando que su enfoque debe centrarse en generar bienestar económico. Sin embargo, en el ámbito regional, este porcentaje aumenta al 41%, reflejando una visión aún más escéptica sobre la intersección entre el empresariado y la política. A pesar de esta renuencia, el estudio también sugiere que hay un deseo entre algunos sectores del empresariado para que se generen nuevos liderazgos. La mitad de los líderes empresariales entrevistados reconocen que, frente a la crisis actual, su papel como ciudadanos debería enfocarse en promover ideas y debates que fortalezcan la democracia. De este modo, aunque muchos empresarios eligen la inacción política, hay un reconocimiento de la necesidad de un diálogo activo sobre los problemas que afectan al país. Los motivos detrás de la falta de participación son diversos. Para los empresarios de pequeñas y medianas empresas, la motivación suele ser el anhelo de un mejor futuro para sus familias y comunidades. Por otro lado, los representantes de grandes empresas tienden a estar más preocupados por la defensa de la democracia frente a corrientes radicales que podrían amenazar la estabilidad del país. Sin embargo, la preocupación por los posibles daños a la reputación personal y empresarial sigue siendo una barrera significativa para una mayor participación política. El estudio también destacó que muchos empresarios ven la deficiente administración de justicia como un síntoma del deterioro de la convivencia social. Existe un consenso sobre la importancia de combatir la corrupción y mejorar la educación, que son considerados factores cruciales para fortalecer la democracia. Además, abogan por que la agenda política nacional incluya temas urgentes como la inseguridad ciudadana y las economías ilegales, que son percibidos como amenazas directas a la estabilidad tanto de sus negocios como de la sociedad en general. Es cierto que la política no es solo la acción de militancia en partidos o postulación a cargos; cada ciudadano participa en la política diariamente al convivir en sociedad. La omisión de los empresarios en este ámbito puede tener repercusiones más profundas de las que se imaginan. Ignorar la política puede llevar a un círculo vicioso donde los problemas sociales se agravan, afectando eventualmente el entorno económico en el que operan. La percepción de que el costo de no participar supera al de hacerlo es un llamado a la acción. La historia ha demostrado que los cambios significativos requieren la participación activa de todos los sectores de la sociedad, incluyendo el empresarial. Estos líderes tienen la oportunidad de influir en el cambio positivo, no solo mediante la generación de empleo y riqueza, sino también a través de un liderazgo proactivo en la esfera pública. En esta dinámica, la responsabilidad que recae sobre los empresarios es enorme. No solo deben ser conscientes de su papel como generadores de empleo, sino que también deben ser proactivos en la búsqueda de soluciones a los problemas que afectan a sus comunidades. Este compromiso podría ser clave para revertir la desconfianza en las instituciones y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos peruanos. Por lo tanto, la pregunta que queda pendiente es: ¿qué hará el empresariado peruano con esta información? La invitación está sobre la mesa. El momento de actuar es ahora, y la participación consciente y activa en la política puede representar no solo una oportunidad para el sector privado, sino para el país en su conjunto. La historia de Perú está en manos de sus ciudadanos, y los empresarios no son la excepción.