Crisis de rehenes en Gaza intensifica la presión sobre Netanyahu y su gobierno

La presión sobre el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha aumentado dramáticamente en los últimos días debido a la situación de los rehenes en Gaza. La muerte de seis rehenes en manos de Hamás, anunciada el pasado domingo, ha desatado una ola de indignación en el país, con miles de manifestantes exigiendo a su gobierno que actúe con mayor firmeza para asegurar la liberación de los cautivos. Esta tragedia ha culminado en una huelga general convocada por la confederación sindical Histadrut, que busca poner de relieve la urgencia de la situación. En una inusual rueda de prensa, Netanyahu se mostró visiblemente afectado y pidió "perdón" a las familias de los rehenes, a quienes lamentó no haber podido traer de vuelta vivos. "Estuvimos cerca, pero no lo conseguimos", afirmó, mientras aseguraba que Hamás "pagará un precio muy alto" por lo ocurrido. Estas declaraciones reflejan no solo la presión interna, sino también la creciente tensión internacional en torno a la crisis humanitaria en Gaza. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, no escatimó críticas hacia el liderazgo de Netanyahu, acusándolo de no hacer lo suficiente para lograr un acuerdo de liberación de rehenes. En una conferencia de prensa, Biden fue contundente al afirmar que el primer ministro israelí no estaba actuando con la diligencia necesaria, un comentario que refleja el creciente descontento entre los aliados tradicionales de Israel. La muerte de los rehenes se ha convertido en un punto focal del descontento popular en Israel. Las manifestaciones que han estallado en respuesta a esta tragedia han puesto de manifiesto el deseo de la población de ver un compromiso más serio por parte del gobierno para resolver la situación. Las calles de ciudades como Tel Aviv y Haifa se llenaron de protestas, mientras que algunos sectores del país, como Jerusalén y Ascalón, se mostraron menos inclinados a participar en la huelga general. Uno de los temas centrales en las negociaciones entre Israel y Hamás es el futuro del corredor Filadelfia, una franja de terreno que separa Gaza de Egipto. Netanyahu ha insistido en que Israel necesita mantener su presencia militar en esta área estratégica, mientras que Hamás exige la retirada completa de las fuerzas israelíes de territorio palestino. Este punto de desacuerdo ha complicado los esfuerzos de mediación por parte de actores internacionales como Catar y Egipto. A medida que la guerra en Gaza se prolonga, las cifras de víctimas siguen aumentando. Según el Ministerio de Salud de Gaza, el número de muertos en el territorio palestino ha llegado a aproximadamente 40,800. Esta escalofriante cifra se une a las 1,205 personas que perdieron la vida en Israel durante el ataque inicial de Hamás el 7 de octubre, creando un panorama devastador. En medio de esta crisis, el gobierno británico ha tomado la decisión de suspender licencias de exportación de armas a Israel, citando un "claro riesgo" de violaciones al derecho humanitario internacional. Esta medida ha sido recibida con desdén por parte del gobierno israelí, que ha expresado su decepción por la decisión británica y ha reiterado su compromiso hacia la seguridad de su país. Mientras tanto, en Gaza, se ha iniciado una campaña de vacunación contra la poliomielitis, un esfuerzo que se ha facilitado gracias a las pausas humanitarias implementadas por los mediadores. Este esfuerzo humanitario busca inmunizar a más de 640,000 niños menores de 10 años, un rayo de esperanza en medio de la devastación que sufre la población civil. En Cisjordania, la situación también es tensa, con operaciones militares israelíes en curso que han resultado en la muerte de al menos 26 palestinos en los últimos días. El ejército israelí ha calificado a los fallecidos como "terroristas", una categorización que refuerza la narrativa de Israel en su lucha contra Hamás y otros grupos armados. A medida que la situación continúa desarrollándose, la presión sobre Netanyahu solo parece aumentar. Con un entorno político interno cada vez más inestable y un creciente descontento internacional, la capacidad del primer ministro para negociar un acuerdo que satisfaga tanto a su población como a la comunidad internacional está bajo un intenso escrutinio. Las próximas decisiones que tome podrían tener profundas implicaciones no solo para el destino de los rehenes, sino también para el futuro político de Israel en su totalidad.