Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La situación del petróleo y el gas en Perú es crítica y plantea serias interrogantes sobre el futuro de estos recursos vitales para la economía del país. Tal como lo ha manifestado María Julia Aybar, presidenta del comité sectorial de hidrocarburos de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía (SNMPE), las perspectivas no son alentadoras. El país enfrenta una crisis energética que se ve agravada por la creciente incertidumbre en el sector y la falta de inversiones necesarias para reactivar la producción. Uno de los principales problemas que enfrenta la industria es la notable disminución en la producción de petróleo, especialmente en la selva norte, donde operaciones cruciales en lotes como el 8, 192, 67 y 39 se han visto paralizadas debido a conflictos sociales y ambientales. Estos conflictos no solo han impedido la producción, sino que también han desatado un debate sobre cómo lograr un equilibrio entre el desarrollo económico y la protección de las comunidades indígenas y su entorno. La situación del gas natural no es mejor. Las reservas del país han disminuido a la mitad en los últimos ocho años, pasando de 16,1 a 8,4 trillones de pies cúbicos. Esta drástica reducción significa que Perú solo cuenta con suficiente suministro para 16,7 años, en lugar de los 35 o 40 años que comúnmente se mencionan. La falta de nuevos descubrimientos desde 2013 es alarmante, como lo señala Carlos Bianchi, ex gerente de exploraciones de Perú-Petro. Sin inversión en exploración, el futuro de estos recursos se torna sombrío. La crisis no solo afecta la producción y las reservas, sino que también ha tenido un impacto en la educación y la formación de futuros profesionales en el sector. La Facultad de Ingeniería de Petróleo, Gas Natural y Petroquímica de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) ha visto una caída drástica en la matrícula, con solo dos estudiantes en 2022. Esto refleja el pesimismo entre los jóvenes sobre las oportunidades laborales en un sector en crisis, lo que podría tener repercusiones a largo plazo en la capacidad del país para desarrollar su industria hidrocarburífera. La falta de actividad en los lotes de producción ha llevado a una migración de personas en busca de oportunidades, como es el caso de muchos exmoradores de los lotes 8 y 192 que se han trasladado al lote 95, donde la empresa Petrotal se encuentra produciendo. Este crecimiento poblacional en la zona ha generado nuevas demandas sociales, lo que complica la situación para las empresas operadoras, que deben hacer frente a las expectativas de una población en aumento. Ante esta situación, el Gobierno ha manifestado su intención de reactivar la actividad en el sector hidrocarburífero. La viceministra de Hidrocarburos, Iris Cárdenas, ha subrayado la necesidad de comenzar con la reactivación de los lotes 67 y 39, que han sido abandonados por la empresa Perenco debido a conflictos sociales y altos costos de producción. El desafío es mayúsculo, ya que la viabilidad de estos proyectos está en duda debido a la presión de las comunidades indígenas y la posibilidad de que se declaren reservas naturales en la zona. La reactivación de los lotes 67 y 39 es crucial, ya que albergan importantes reservas de crudo, aunque de calidad inferior. Según expertos, el éxito de estas iniciativas dependerá no solo de las reservas disponibles, sino también de la capacidad del Gobierno para mediar en los conflictos sociales y garantizar la seguridad jurídica para las empresas. Sin embargo, la situación en la selva norte es compleja, con comunidades que continúan bloqueando las vías de acceso y expresando su descontento por la falta de beneficios de la extracción de recursos en sus territorios. En el sur del país, el panorama es diferente, con esfuerzos por reactivar la exploración de gas natural. Sin embargo, las iniciativas están marcadas por las dificultades burocráticas y la falta de incentivos claros para las empresas. Las conversaciones con Pluspetrol para explorar los horizontes profundos de Camisea se encuentran en un punto muerto, lo que limita las posibilidades de encontrar nuevas reservas que puedan paliar la crisis. Mientras tanto, la exploración offshore despierta esperanzas, con empresas como Anadarko avanzando en campañas de exploración sísmica en el mar. El resultado de estas investigaciones podría abrir nuevas oportunidades para el sector energético peruano, pero el tiempo para actuar es limitado. Los geólogos advierten que si no se perforan nuevos pozos exploratorios, el país podría enfrentar una situación similar a la de Colombia, que se verá obligada a importar gas en un futuro cercano. La crisis energética en Perú no es solo un problema del presente, sino que plantea un futuro incierto para la economía y la seguridad energética del país. La falta de inversión en exploración, los conflictos sociales y el deterioro de las reservas son desafíos que requieren atención urgente. El camino hacia la reactivación del sector hidrocarburífero será difícil y requerirá un enfoque equilibrado que contemple tanto el desarrollo económico como la responsabilidad social y ambiental.