Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
El sector lácteo colombiano enfrenta una de sus crisis más severas en los últimos años, originada en gran parte por factores internos y externos que han desestabilizado tanto la producción como el consumo de leche. La situación comenzó a gestarse hace un año y medio en los departamentos del sur del país como Cauca, Nariño y Caquetá, pero rápidamente se ha extendido a otras regiones, afectando a un amplio espectro de ganaderos, en su mayoría pequeños y medianos, que dependen de la actividad para su sustento diario. Caterine Marentes, una productora de Cundinamarca, refleja la angustia de muchos de sus colegas. En su pequeña parcela, donde mantiene cuatro vacas que antes producían hasta 30 litros de leche diaria, el precio de la leche ha caído drásticamente. En enero de 2023, el litro de leche cruda se vendía a 1.900 pesos, mientras que hoy se ofrece entre 800 y 1.000 pesos, una situación insostenible que obliga a los productores a aceptar cualquier precio por su producto. Este fenómeno ha generado una sensación de desesperanza en un sector que, por años, ha sido pilar de la economía rural en Colombia. A nivel nacional, se estima que hay entre 320.000 y 350.000 ganaderos dedicados a la industria láctea. Un gran porcentaje de ellos se enfrenta a un panorama sombrío, con un descenso del 21% en el consumo de leche en los últimos tres años. Óscar Gutiérrez, director de la organización Dignidad Agropecuaria, señala que los tratados comerciales han contribuido a esta crisis, pues las importaciones de leche han desplazado a la producción nacional, afectando particularmente a aquellos que operan en explotaciones familiares, que representan el 80% del sector. La situación se complica aún más con la creciente importación de productos lácteos desde Estados Unidos y la Unión Europea. Según Gutiérrez, el año pasado se importaron 72.000 toneladas de leche, lo que equivaldría a 35 días de producción de los ganaderos colombianos. Esto ha llevado a que los precios se ajusten a la baja, pues las grandes empresas prefieren importar que comprar leche a los productores locales, quienes enfrentan costos de producción más altos y dificultades en la comercialización. Marentes también se encuentra ante el dilema de qué hacer con su leche, ya que la demanda para elaborar quesos y otros productos lácteos es insuficiente. Las grandes industrias, que operan con precios competitivos gracias a subvenciones y ventajas en sus países de origen, han dejado a los productores colombianos en una encrucijada. Con los aranceles a la leche importada programados para desaparecer completamente en 2026 y 2028, el futuro de la producción nacional se torna incierto. El papel de las grandes empresas del sector es crucial en esta historia. Firmas como Alpina, Colanta y Nestlé han incrementado sus importaciones, afectando a los productores locales. Además, han cerrado centros de acopio en regiones donde los costos de recolección son altos, lo que agrava aún más la situación. Ramiro Camacho, un ganadero de 75 años, señala que el gobierno ha desoído sus quejas y propuestas, lo que ha llevado a una creciente frustración en el sector. Los productores han comenzado a organizarse y han anunciado protestas en Bogotá en un intento por llamar la atención del gobierno y exigir medidas que garanticen una competencia justa en el mercado. Camacho aboga por la revisión de los márgenes de ganancia a lo largo de la cadena de producción, sugiriendo que las grandes empresas deberían asumir un mayor costo al comprar leche local para asegurar la viabilidad del sector. La crisis del sector lácteo colombiano se ve agravada por otros factores, como el aumento en los precios de insumos y fertilizantes, lo que complica aún más la situación para los ganaderos. Andrea Ríos, de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (ANIF), destaca que los cambios climáticos y la economía global han encarecido la producción, dejando a muchos productores en desventaja frente a productos importados más competitivos. Lo que se vislumbra es un panorama incierto para el futuro del sector lácteo en Colombia. La combinación de importaciones, caída en el consumo y la falta de apoyo gubernamental ha creado un entorno hostil para los ganaderos. Marentes describe una realidad donde las prácticas comerciales son nebulosas y los agricultores son continuamente golpeados por decisiones que parecen ajenas a sus necesidades. Mientras tanto, los productores continúan buscando opciones para sobrevivir en un mercado que parece no ofrecerles muchas alternativas. La crisis no solo afecta a los ganaderos, sino que también tiene implicaciones para la seguridad alimentaria del país y para la economía rural en general. Sin una intervención efectiva, el sector lácteo colombiano podría enfrentar un futuro sombrío, donde las tradiciones familiares y culturales vinculadas a la producción de leche queden relegadas a la historia.