Maduro elogia a la Guardia Nacional en medio de protestas y tensión política en Venezuela

En un clima de intensa tensión y controversia, Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, se dirigió a la Guardia Nacional Bolivariana en un acto conmemorativo por su 87º aniversario, donde manifestó su agradecimiento por la "conducta ejemplar" de las fuerzas militares ante las recientes protestas que han estallado tras su reelección. Estas manifestaciones, que han sido catalogadas como una respuesta a lo que la oposición denuncia como un fraude electoral, han dejado al menos 11 civiles muertos y más de 2.000 detenidos, según informes de organizaciones de derechos humanos. Durante el evento, Maduro insistió en que su gobierno enfrenta un "golpe de Estado imperialista", refiriéndose a lo que él considera una injerencia extranjera en los asuntos internos de Venezuela. Afirmó que la Guardia Nacional ha sido una "columna vertebral de la paz" y expresó su firme apoyo a los militares, quienes han sido criticados por sus acciones en el manejo de las protestas. El contexto de estas manifestaciones se remonta a las elecciones del 28 de julio, donde el Consejo Nacional Electoral, controlado por el oficialismo, proclamó a Maduro como el ganador con un 52% de los votos, superando al candidato opositor Edmundo González Urrutia, quien obtuvo el 43%. Sin embargo, la oposición ha rechazado los resultados y ha denunciado irregularidades significativas durante el proceso electoral. Maduro, en su discurso, también ofreció condolencias a las familias de dos miembros de la Guardia Nacional que murieron durante los enfrentamientos. Los calificó de "asesinados en las emboscadas de criminales", una retórica que busca enmarcar las protestas como actos de violencia promovidos por grupos de oposición, a quienes el gobierno ha asociado con agendas desestabilizadoras. La situación en Venezuela ha atraído la atención internacional, y muchos países han decidido no reconocer la legitimidad de la reelección de Maduro. Hasta la fecha, naciones como Estados Unidos, Canadá, varios países de la Unión Europea y miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA) han expresado su negativa a aceptar los resultados, argumentando que las elecciones no fueron libres ni justas. En este contexto, el presidente venezolano ha hecho un llamado a la unidad y a la defensa del "pueblo" contra lo que él considera una amenaza externa. "El fascismo en Venezuela no asaltará el poder. Estoy dispuesto a todo", proclamó, enfatizando su disposición a tomar medidas drásticas para mantener el control. Esta declaración refleja el clima de polarización y conflicto que permea la política venezolana. Las manifestaciones, que comenzaron tras la proclamación de Maduro, han sido duramente reprimidas. Las críticas a la respuesta militar no han tardado en llegar, y grupos de derechos humanos han denunciado el uso excesivo de la fuerza, destacando la preocupación por el respeto a los derechos fundamentales de los ciudadanos durante estas intervenciones. El gobierno de Maduro ha defendido su actuar, argumentando que se trata de una lucha por la soberanía nacional y la estabilidad del país. Sin embargo, la oposición, liderada en gran parte por figuras que han rechazado la legitimidad del régimen actual, continúa organizando protestas y buscando apoyo internacional para sus reclamos. La situación en Venezuela sigue siendo incierta, con un panorama que se oscurece a medida que las tensiones aumentan y las protestas se intensifican. La comunidad internacional observa con atención, mientras la nación caribeña enfrenta un momento crítico en su historia reciente, marcado por la lucha por el poder, los derechos humanos y el futuro político del país.