Kamala Harris se posiciona como una contendiente clave en medio de las dificultades de Biden antes de las elecciones de 2024.

Kamala Harris se posiciona como una contendiente clave en medio de las dificultades de Biden antes de las elecciones de 2024.

La vicepresidenta Kamala Harris gana impulso como candidata para 2024, con un aumento en sus índices de aprobación y fuertes donaciones, en medio de desafíos relacionados con el género y la raza.

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Política

A medida que el panorama político evoluciona con miras a las próximas elecciones presidenciales, la vicepresidenta Kamala Harris se perfila como una fuerte contendiente, especialmente ante las preocupaciones sobre la edad del presidente Joe Biden y la disminución de sus índices de aprobación. Con la elección de 2024 a la vista, la atención se centra en Harris, cuyo reciente aumento en las calificaciones de aprobación sugiere un resurgimiento del entusiasmo entre los votantes demócratas, particularmente en estados clave como Michigan. Los datos de encuestas recientes reflejan que Harris ha visto sus índices de aprobación aumentar al 50%, un notable incremento desde el 43% justo una semana antes. Esta trayectoria ascendente coincide con un flujo récord de donaciones de campaña—81 millones de dólares en 24 horas—tras la especulación sobre la candidatura de Biden. Este respaldo financiero subraya una creciente confianza en Harris como una candidata viable capaz de resonar con el electorado, especialmente dada su diversa trayectoria como mujer negra e india en un paisaje político predominantemente blanco. En Michigan, donde la base demócrata es crucial para una campaña exitosa, la identidad de Harris ha supuestamente despertado entusiasmo entre los votantes. Líderes locales, como Greg Bowens de la NAACP en Grosse Pointe, han señalado una energía palpable en las comunidades que no se había sentido desde la era de Obama. La identidad multifacética de Harris parece estar cerrando brechas y generando apoyo dentro de las comunidades negras y marrones, que ven representación en su candidatura. Sin embargo, este entusiasmo viene acompañado de desafíos significativos. Harris enfrenta una avalancha de ataques de género y raciales, que ilustran los dobles estándares que a menudo se imponen a las candidatas, particularmente a las mujeres de color. Las críticas sobre su vida personal, su apariencia y decisiones pasadas, incluida su labor como fiscal, han eclipsado sus posiciones políticas para algunos votantes. El resurgimiento de comentarios despectivos por parte de figuras republicanas destaca una corriente persistente de sexismo y racismo que las políticas femeninas deben navegar. Críticos como Tressa Johnson de Grand Rapids expresan su preocupación de que las decisiones políticas pasadas de Harris, particularmente en el ámbito de la aplicación de la ley, eclipsen su identidad como mujer de color. El apoyo de Johnson a candidatos alternativos refleja un descontento más amplio entre algunos votantes de izquierda que priorizan la política sobre la representación. Este sentimiento resuena con investigaciones que indican que, aunque la política de identidad juega un papel significativo en la dinámica electoral, no garantiza apoyo si los votantes perciben a los candidatos como desconectados de sus necesidades. El camino de Harris hacia adelante requerirá un delicado equilibrio mientras navega su identidad, su pasado y las expectativas que se le imponen como líder femenina. Aunque se le anima a proyectar fortaleza y asertividad en su campaña contra Trump, también existe el riesgo de ser etiquetada como agresiva o poco agradable—una cuerda floja que históricamente ha restringido a las políticas femeninas. A medida que avanza la campaña, la capacidad de Harris para conectarse con los votantes sobre temas sustantivos mientras desvía críticas superficiales será crucial. Su postura sobre temas clave—como los derechos al aborto y la justicia social—podría galvanizar apoyo entre demografías clave, pero también deberá confrontar y contrarrestar las narrativas que buscan socavar su candidatura basándose en el género y la raza. En un panorama político a menudo marcado por la división y la política de identidad, la aparición de Kamala Harris como figura central no solo podría redefinir la narrativa de la campaña demócrata, sino también desafiar a los votantes a reevaluar los criterios con los que evalúan a sus líderes. El entusiasmo en Michigan puede ser un presagio de un cambio más amplio, pero para que Harris capitalice este impulso, debe superar los obstáculos que persistentemente acechan a las mujeres de color en la política. Con la elección acercándose, las apuestas son altas y las implicaciones tanto para Harris como para el Partido Demócrata podrían ser profundas.

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