Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La economía alemana enfrenta un periodo de estancamiento que se ha visto agravado por la reciente contracción del Producto Interior Bruto (PIB) en un 0,1% durante el segundo trimestre de 2023. Este dato, que ha sorprendido tanto a economistas como a analistas, se produce en un contexto donde se esperaban al menos un estancamiento o un leve crecimiento. La Oficina Federal de Estadística de Alemania ha hecho pública esta cifra, que refleja el debilitamiento de la primera economía de la zona euro y su creciente rezago frente a otros países de la Unión Europea. Alemania, que venía mostrando un crecimiento apenas por encima de la media europea, se encuentra ahora en una situación más complicada. Mientras que su PIB se contrae, naciones como España, con un crecimiento del 0,8%, e Irlanda, que alcanza el 1,2%, están demostrando ser los motores de la economía europea. Este contraste es significativo y pone de manifiesto la incapacidad de Alemania para reponerse de la crisis económica que ha ido marcando su trayectoria desde el año pasado. El estancamiento económico alemán no es nuevo. Desde la primavera de 2022, el crecimiento ha oscilado, pero siempre se ha mantenido en niveles que apenas superan el cero. Klaus Wohlrabe, director de encuestas del instituto económico Ifo, ha señalado que no se anticipa una mejora sustancial en el tercer trimestre de 2023, lo que indica que la economía germana continúa atrapada en una crisis prolongada. Este panorama es preocupante, especialmente teniendo en cuenta que el crecimiento en el primer trimestre fue apenas del 0,2% y que en el cuarto trimestre de 2022 se había registrado una contracción del 0,4%. A través del Índice de Clima Empresarial, el Ifo ha publicado que las perspectivas de las empresas alemanas son pesimistas. La valoración de la situación actual ha caído a su nivel más bajo desde septiembre de 2020, lo que indica una falta de confianza en la recuperación económica. La situación podría complicarse aún más si se considera que el clima empresarial, según Robin Winkler, economista jefe para Alemania de Deutsche Bank Research, parece estar sufriendo un "descanso estival" en su recuperación. El estancamiento de la economía alemana puede atribuirse a una combinación de factores internos y externos. A pesar de que algunas industrias intensivas en energía han logrado aumentar su producción, la mayoría del sector manufacturero se encuentra estancado. La demanda ha sido muy débil, y tras la acumulación de pedidos durante la pandemia, las empresas están ahora lidiando con una caída en la entrada de nuevos pedidos que se ha mantenido durante cinco meses. El panorama se ve complicado adicionalmente por la debilidad de la economía global y los elevados precios de la energía en comparación con otros estándares internacionales. Aunque los salarios están aumentando más rápidamente que los precios, los hogares alemanes han optado por ahorrar en lugar de consumir, lo que ha frenado la recuperación del consumo privado que muchos economistas esperaban que fuera el motor del crecimiento. A pesar de las expectativas de un leve impulso en el tercer trimestre, reflejado por el Bundesbank, las encuestas del Ifo indican que el clima empresarial sigue deteriorándose, especialmente en los sectores relacionados con el consumo y el comercio minorista. Las cifras positivas en ventas de coches y el impacto temporal de la Eurocopa 2024 no parecen ser suficientes para cambiar la tendencia general. Conscientes de esta situación, el Gobierno alemán ha lanzado recientemente una "iniciativa de crecimiento" con el objetivo de revertir esta senda de estancamiento. El canciller Olaf Scholz, junto a sus socios verdes y liberales, ha diseñado 49 medidas para incrementar el crecimiento en medio punto porcentual el próximo año. Esta estrategia se enfoca en la necesidad de contar con más mano de obra cualificada y en la reducción de la burocracia. Sin embargo, la recepción de esta iniciativa ha sido cautelosa entre los economistas. Muchos consideran que es poco probable que las medidas implementadas logren el aumento del crecimiento potencial esperado. Stefan Kooths, Jefe de Investigación Económica del Instituto de Economía Mundial de Kiel, ha expresado su escepticismo al respecto, señalando que la cifra del 0,5% de incremento en el crecimiento es una meta ambiciosa y difícil de alcanzar. Con la economía alemana atrapada en este ciclo de debilidad y sin señales claras de recuperación, el futuro de la mayor economía de Europa se presenta incierto. Las decisiones que tomen el Gobierno y el sector empresarial en los próximos meses serán cruciales para determinar si Alemania podrá volver a ser el motor de la eurozona o si, por el contrario, continuará rezagándose frente a sus socios europeos.