Megapuerto de Chancay: progreso económico vs. salud y tradiciones locales

Megapuerto de Chancay: progreso económico vs. salud y tradiciones locales

La construcción del megapuerto en Chancay transforma la vida local, generando descontento por el impacto en salud y ecosistemas, enfrentando expectativas y realidades.

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, y Vargas Llosa, premio Nobel Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, en celebración de Alianza Lima Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, Central Hidro Eléctrica Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, Central Hidro

La construcción del megapuerto de Chancay, ubicado a 71 kilómetros de Lima, ha desencadenado una transformación profunda en la vida de sus habitantes. Desde el inicio de las obras en 2016, el paisaje y la dinámica del lugar han cambiado, generando tanto expectativas de desarrollo como un creciente descontento entre los residentes. En el centro de esta dualidad se encuentra Assilem Llanos Izquierdo, una niña de 9 años que padece el síndrome de Schaff-Yang, una variante poco común del espectro autista. Los ruidos de las obras, en particular las explosiones, han afectado su bienestar, convirtiendo cada día en un verdadero desafío para su madre, Melissa Izquierdo, que ve cómo el progreso promete beneficios económicos, pero a costa de la salud de su hija. La empresa Cosco Shipping, encargada del proyecto, sostiene que el puerto transformará a Perú en un centro logístico clave en Sudamérica, conectando el comercio latinoamericano con Asia y reduciendo significativamente los tiempos de tránsito. Carlos Aquino, economista de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, asegura que la nueva infraestructura permitirá operar 24 horas al día, lo que podría posicionar al país como un líder regional en comercio marítimo. Sin embargo, para muchos de los residentes de Chancay, la promesa de un futuro próspero se ve eclipsada por las consecuencias inmediatas de la construcción. Los testimonios de los ciudadanos reflejan un panorama de descontento. Miriam Arce, miembro del Frente de Defensa de Chancay, manifiesta que las condiciones de vida han cambiado drásticamente. "Nuestra vida ha cambiado rotundamente, se han afectado nuestras viviendas y nuestra salud", explica, refiriéndose a los daños provocados por las obras. Un incidente reciente, ocurrido en mayo de 2023, evidenció estos problemas cuando el suelo se hundió en la zona Peralvillo, causando rajaduras en varias viviendas. Aunque la empresa ofreció compensaciones, la situación ha dejado una sensación de desconfianza en la comunidad. El impacto de la construcción también se extiende a la actividad pesquera local. Los pescadores han visto cómo el dragado del fondo marino ha alterado los ecosistemas, obligándolos a desplazarse a áreas más alejadas para obtener su captura. La situación es alarmante, ya que muchos de ellos aseguran que ahora pasan más tiempo en el mar y obtienen menos producto. Antony Apeño, biólogo de la ONG Cooperacción, señala que los cambios en el hábitat marino están afectando la fauna, especialmente los organismos bentónicos que son esenciales para la cadena alimentaria de las especies de interés comercial. La empresa Cosco ha reconocido que sus operaciones han afectado la fauna y ha implementado programas de compensación, que incluyen becas y asistencia técnica para los pescadores. Sin embargo, muchos se resisten a dejar su oficio y explorar nuevas oportunidades laborales. La falta de alternativas y el profundo arraigo a la tradición pesquera crean una tensión adicional en la comunidad, donde el miedo a perder su forma de vida convive con la expectativa de desarrollo económico. Los estudios sobre el impacto ambiental del puerto plantean preocupaciones serias. Un informe del biólogo Stefan Austermuhle destaca que la recuperación del fondo marino podría tomar entre 3 y 15 años, lo que contrasta con las afirmaciones de Cosco de que se lograría en menos de 10. Además, el informe menciona que muchas de las observaciones realizadas en estudios previos no han sido abordadas adecuadamente, lo que genera incertidumbre sobre el verdadero impacto ambiental del proyecto. El humedal Santa Rosa, cercano al nuevo puerto, también se enfrenta a amenazas. Si bien la bióloga Beatriz Alcántara sostiene que otros factores, como la contaminación agrícola y el pastoreo, son los principales peligros para este ecosistema, la construcción del megapuerto ha alterado el hábitat de las aves, afectando su migración y su presencia en el área. Esto resalta la complejidad de la situación, donde los beneficios económicos potenciales chocan con la necesidad de preservar la biodiversidad local. La situación en Chancay es un microcosmos de las tensiones que surgen cuando el desarrollo económico se impone sobre las necesidades y derechos de las comunidades locales. Si bien las autoridades y la empresa Cosco destacan los beneficios que generará el puerto, como la creación de miles de empleos, muchos ciudadanos sienten que sus preocupaciones han sido relegadas al segundo plano. Para ellos, el crecimiento no se traduce necesariamente en bienestar, y el ruido constante de las operaciones del puerto es un recordatorio de que su vida ha cambiado para siempre. Mientras tanto, Melissa Izquierdo sigue esperando un acuerdo que le brinde mayor apoyo para su hija. La incertidumbre sobre el futuro agrava la situación de muchas familias en Chancay, que ven cómo el precio del terreno se ha disparado, poniendo en riesgo su capacidad de permanecer en la comunidad que siempre han conocido. En medio de este contexto, el sueño de un progreso que beneficie a todos se siente lejano, mientras los ecos de las explosiones continúan resonando en un pueblo que lucha por encontrar un equilibrio entre el desarrollo y su identidad.

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