La cruda realidad económica de los nicaragüenses: entre el aumento del salario mínimo y la imposibilidad de cubrir la canasta básica

La realidad económica que enfrentan los nicaragüenses es desalentadora y preocupante. A pesar del aumento del salario mínimo decretado por el Gobierno de Daniel Ortega, que en enero de 2024 pasó a ser de 8.746,46 córdobas, la mayoría de la población no logra cubrir siquiera el costo de la canasta básica. Lydia, una trabajadora de zona franca en Managua, es solo un ejemplo de la cruda situación que viven miles de familias en el país. El informe realizado por la organización Hagamos Democracia revela que un abrumador 86,8% de los nicaragüenses no pueden costear la canasta básica, lo cual refleja la grave crisis económica que atraviesa la nación. A pesar de los esfuerzos del Gobierno por mostrar una imagen de bonanza, la realidad en las calles es diametralmente opuesta para la gran mayoría de la población. La discrepancia entre los ingresos de las familias nicaragüenses y el aumento desmedido de los precios de los alimentos es evidente. El costo de la canasta básica se ha incrementado de manera exorbitante en los últimos años, alcanzando cifras que resultan inaccesibles para la mayoría de los trabajadores. Incluso con dos salarios mínimos, sería imposible para una familia promedio adquirir los alimentos básicos necesarios para subsistir. La precariedad laboral también es un factor determinante en esta crisis. El aumento del trabajo informal y la falta de empleo formal impactan directamente en la capacidad de las personas para cubrir sus gastos mensuales. La ausencia de contribución al sistema de seguridad social y la necesidad creciente de migrar evidencian la falta de oportunidades laborales y el desamparo en el que se encuentran muchos nicaragüenses. Las remesas familiares se han convertido en un pilar fundamental para la economía de muchas familias en Nicaragua. Sin embargo, lejos de ser un recurso para gastos extra, las remesas se han vuelto imprescindibles para la subsistencia diaria de la población. Esta situación refleja la profunda dependencia en la que se encuentran muchas familias nicaragüenses respecto a las ayudas externas. La posibilidad de migrar es una idea que ronda en la mente de la mayoría de los nicaragüenses, según el informe de Hagamos Democracia. El deseo de buscar mejores oportunidades en el extranjero es un reflejo del desesperanzador panorama que enfrentan en su propio país. Desde el inicio de la crisis sociopolítica en 2018, más de un millón de nicaragüenses han emigrado en busca de una vida más digna y segura. En conclusión, la realidad económica de Nicaragua es alarmante. La brecha entre los ingresos de la población y el costo de la vida es cada vez más amplia, dejando a muchas familias en una situación de vulnerabilidad extrema. Urge la implementación de políticas públicas que atiendan de manera integral esta crisis y garanticen un futuro más prometedor para todos los ciudadanos nicaragüenses. La estabilidad y la solvencia de las familias no pueden seguir siendo un sueño inalcanzable en un país con tanto potencial y riquezas naturales.