El desafío de elegir al nuevo presidente del Congreso 2024-2025

Las bancadas parlamentarias han comenzado las rondas de negociaciones con miras a las elecciones de la Mesa Directiva 2024-2025, un proceso que culminará en julio con la elección del nuevo presidente del Congreso. A pesar de que todo indica que el bloque de derecha mantendrá el control legislativo, existe incertidumbre sobre qué grupo político liderará la lista. Si bien la lógica indica que Fuerza Popular podría tener la preferencia al ser la primera minoría, la historia parlamentaria nos ha demostrado que en el Congreso rara vez se sigue un camino predecible. En este contexto, la disyuntiva para Fuerza Popular se centra en evaluar si sería acertado asumir la presidencia del Congreso en plena temporada electoral. Esta posición implica cargar con los pasivos de los 130 parlamentarios y enfrentar los escándalos semanales que surgen en el hemiciclo, lo cual podría restar apoyo en las elecciones del 2026, donde se espera un aumento de los ánimos populistas en el Parlamento. Por tanto, se hace necesario contar con un perfil técnico en la presidencia que pueda frenar los pedidos descabellados que surgen en la Junta de Portavoces y evitar que agendas informales e ilegales se introduzcan en el debate legislativo. En medio de este escenario, Fuerza Popular cuenta con perfiles técnicos como Patricia Juárez, pero también con figuras más proclives a los temas antitécnicos como Arturo Alegría y Héctor Ventura. Se plantea la posibilidad de que Alianza para el Progreso (APP) postule a José Luis Elías Ávalos, un congresista que ingresó al Parlamento con Podemos Perú y que en períodos anteriores representó a Fuerza Popular, lo cual ha generado preocupación dada la turbulenta historia reciente de la presidencia del Congreso. La experiencia ha demostrado que otorgar la presidencia del Congreso a alguien sin trayectoria política puede resultar en agendas infiltradas, como sucedió con José Williams y Alejandro Soto. Por lo tanto, es crucial que la elección del nuevo presidente del Congreso sea cuidadosamente considerada, ya que esta figura será fundamental no solo para frenar la agenda populista, sino también para organizar el trabajo legislativo y establecer una agenda clara de normas de cara a las elecciones del 2026 o incluso ante la posibilidad de asumir la presidencia de la República, tema que ha vuelto a resonar en los Pasos Perdidos del Congreso con referencias a una posible vacancia. En definitiva, la elección de la Mesa Directiva 2024-2025 se presenta como un desafío crucial para el Congreso peruano, que deberá evaluar con detenimiento los perfiles de los candidatos y considerar no solo el equilibrio de fuerzas políticas, sino también la capacidad de liderazgo y la idoneidad técnica de quien asumirá la presidencia. El futuro político del país dependerá en gran medida de esta elección y de la habilidad del nuevo presidente del Congreso para guiar a la institución en un momento de gran complejidad y desafíos.