Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
Entramos al tercer año de guerra entre Rusia y Ucrania, un conflicto que ha dejado a ambos países devastados, miles de vidas perdidas y ciudades arrasadas. A pesar de los esfuerzos internacionales y de los costosos equipamientos militares, la situación se mantiene estancada, sin visos de una resolución cercana. Expertos en estrategia militar señalan que el año 2024 podría ser otro de estancamiento, con pocos avances por parte de ambos bandos. Sin embargo, existen factores que podrían inclinar la balanza hacia alguno de ellos, aunque no necesariamente conduzcan a una solución definitiva del conflicto. Uno de los factores clave reside en el apoyo occidental a Ucrania. La aprobación de un paquete de ayuda por parte del Congreso de EE.UU. es crucial, pero se encuentra bloqueada por disputas políticas internas. Mientras la Unión Europea también ha prometido asistencia económica, el respaldo estadounidense en términos de armamento es fundamental para el ejército ucraniano. La situación política en Estados Unidos también juega un papel determinante, ya que las elecciones presidenciales podrían traer consigo cambios significativos en la postura del país respecto al conflicto. La posible reelección de Donald Trump sería vista como una ventaja para Putin, fortaleciendo la posición de Rusia en el conflicto. Por un lado, Rusia parece estar más cómoda con una guerra de desgaste, contando con mayores recursos y una mentalidad de sacrificio colectivo. Por otro lado, Ucrania se enfrenta a la fatiga bélica y a divisiones internas que han debilitado su posición en el conflicto. El desgaste también se ha reflejado en la opinión pública occidental, donde la percepción de la ayuda a Ucrania ha ido disminuyendo con el paso del tiempo. Sin embargo, la resolución del conflicto es crucial para la estabilidad y seguridad internacional, especialmente para Europa. A pesar de las dificultades y los desafíos que se presentan, la posibilidad de una negociación en el 2025 sigue siendo un objetivo lejano. La paz en la región parece estar más condicionada por la voluntad política que por avances militares concretos. Mientras tanto, miles de personas continúan sufriendo las consecuencias de un conflicto que parece no tener fin.