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Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
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El Carnaval de Panamá se aproxima, y con él, la expectativa de miles de jóvenes que se alistan para sumergirse en una de las festividades más esperadas del año. Sin embargo, esta celebración popular, que se caracteriza por su música vibrante, desfiles coloridos y un ambiente de jolgorio, también plantea serios riesgos para la salud, particularmente en lo que respecta a las infecciones de transmisión sexual (ITS), como el VIH. Las advertencias de expertos en salud están más vigentes que nunca, y el mensaje es claro: la diversión no debe estar reñida con la responsabilidad. Orlando Quintero, director de Probidsida, ha lanzado un fuerte llamado a la juventud, instándola a disfrutar del Carnaval con conciencia acerca de los peligros que pueden surgir. "El gozo está, pero también está el peligro", enfatiza Quintero, quien ha observado con preocupación un aumento significativo en los casos de VIH entre los jóvenes en los últimos años. Esta realidad se torna aún más alarmante al considerar que el incremento se ha visto reflejado en adolescentes de solo 15 a 19 años. Las cifras son desgarradoras. Durante el año 2023, se diagnosticaron 170 casos de VIH en esta franja etaria, de los cuales 40 individuos ya se encontraban en etapa de SIDA. Esta tendencia revela una falta de conciencia y educación sobre la prevención de ITS, un desafío que se ha intensificado en el contexto de una cultura festiva donde prevalece la promiscuidad y el consumo excesivo de alcohol. Quintero subraya que la educación sexual es fundamental y debe comenzar desde una edad temprana, antes de que los adolescentes se enfrenten a situaciones de riesgo. "No podemos esperar que nuestros jóvenes comprendan la importancia del cuidado personal si no les brindamos las herramientas necesarias para ello", afirma Quintero. La responsabilidad recae también sobre los padres, quienes deben facilitar un espacio de diálogo abierto sobre sexualidad y los peligros que conlleva el comportamiento imprudente, especialmente durante eventos masivos como el Carnaval. El ambiente festivo tiende a hacer que los jóvenes se sientan invulnerables, creyendo erróneamente que las consecuencias de sus actos no les afectarán. "Todos fuimos jóvenes y cometimos locuras", reflexiona Quintero, enfatizando que la experiencia debe servir de lección. Es crucial que los jóvenes reconozcan que prevenir es siempre mejor que lamentar, y que una noche de diversión no vale el riesgo de contraer una enfermedad de larga duración. El papel del alcohol y la presión de grupo en la toma de decisiones es un factor que no puede pasarse por alto. El consumo excesivo puede alterar el juicio y llevar a comportamientos impulsivos, incrementando el riesgo de contagios de ITS. La combinación de estos factores durante el Carnaval crea un caldo de cultivo propicio para el aumento de infecciones, lo que resalta la necesidad de una campaña de prevención más robusta. Quintero también ha hecho un llamado a las autoridades sanitarias para que reanuden la distribución de preservativos en lugares donde se congregan jóvenes, una estrategia que se había implementado con éxito en años anteriores. La disponibilidad de métodos de protección es clave para que los jóvenes puedan disfrutar de la festividad sin comprometer su salud. A pesar de la escasez de recursos, el mensaje de prevención se mantiene firme: si decides participar en el Carnaval, hazlo de manera segura. La salud a largo plazo es un bien invaluable que no debe sacrificarse en el altar de la diversión efímera. Las ITS, y en particular el VIH, tienen la capacidad de cambiar la vida de una persona de manera drástica y devastadora. "La cadena de transmisión de ITS puede aumentar drásticamente durante el Carnaval, y el VIH es uno de los virus más peligrosos, ya que puede ser transmitido sin mostrar síntomas durante años", concluye Quintero, dejando claro que el entretenimiento no debe venir a costa de la seguridad personal. En un país donde el Carnaval es un símbolo de alegría y celebración, la responsabilidad y la educación no pueden quedar fuera de la danza.