Crisis de la clase media en España: desigualdad y retos para el futuro juvenil

Crisis de la clase media en España: desigualdad y retos para el futuro juvenil

La clase media en España enfrenta retos significativos, con crecientes desigualdades y un costo de vida que limita oportunidades para los jóvenes.

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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La clase media en España ha experimentado cambios profundos y preocupantes en las últimas décadas, lo que ha llevado a un debate intenso sobre su futura posición en la estructura social. Un reciente estudio del CIS revela que un notable 58% de los encuestados considera que los jóvenes de hoy vivirán peor que sus padres. A pesar de este pesimismo, muchos jóvenes afirman sentirse satisfechos con su nivel de vida actual y, curiosamente, creen que este mejorará en los próximos años. Esta aparente contradicción refleja la complejidad y la heterogeneidad de la clase media, que abarca desde hogares con ingresos muy bajos hasta familias que se acercan a niveles más altos de ingreso. La economista Olga Cantó ha analizado la situación de la clase media en España, determinando que en 2021, aproximadamente el 59,63% de la población se clasificaba dentro de esta categoría. Aunque este porcentaje se encuentra por debajo del 70% de países como Francia y Países Bajos, es importante destacar que la clase media-baja, que incluye a aquellos que ganan entre el 75% y el 125% de la mediana nacional, se ha convertido en el estrato más prominente, representando cerca del 35% de la población. Esta tendencia es preocupante, ya que indica una creciente desigualdad, especialmente si se considera que en otras naciones de Europa, esta clase media-baja es aún más amplia. La discusión sobre la clase media se complica aún más al considerar cómo se define este grupo social. Mientras que los economistas tienden a medirlo en términos de ingresos, los sociólogos como José Saturnino Martínez García sugieren que la clase debería entenderse en función de la ocupación y la propiedad. De este modo, se plantea que un joven con un máster que inicia su carrera con un salario modesto puede tener más oportunidades a largo plazo que un trabajador con estudios limitados que gane lo mismo en el presente. Este enfoque destaca la importancia de las oportunidades y la movilidad social en lugar de centrarse únicamente en los ingresos actuales. Sin embargo, a pesar de algunos indicios de recuperación, los jóvenes de hoy enfrentan un entorno económico inestable marcado por las crisis financieras y la incertidumbre global. La crisis de 2008 y la posterior pandemia de COVID-19 han creado un escenario donde las expectativas de ascenso social se han visto drásticamente alteradas. Para muchos, la idea de que el ascensor social está en funcionamiento ha perdido credibilidad. En lugar de un crecimiento continuo, los jóvenes han vivido un ciclo constante de altibajos económicos que ha moldeado su percepción del futuro. Uno de los factores más determinantes en la calidad de vida de la clase media, especialmente entre los jóvenes, es el costo de la vivienda. La creciente presión de los alquileres y la dificultad para acceder a una propiedad han convertido el sueño de emancipación en un desafío casi insuperable. Según informes recientes, el alquiler ha pasado de representar el 34,4% del sueldo medio en 2013 al 49,1% en 2023, lo que indica una pérdida significativa de poder adquisitivo. Los jóvenes, con salarios que generalmente están por debajo de la media, ven cómo una gran parte de sus ingresos se destina a la vivienda, lo que limita sus posibilidades de ahorro y futuro. A medida que aumentan los precios de los alquileres, también crece el fenómeno del "chabolismo vertical", donde los jóvenes se ven obligados a compartir habitaciones en lugar de alquilar viviendas completas. Esta situación refleja una profunda crisis de acceso a la vivienda, que no solo afecta a la clase media, sino que también contribuye a la segmentación y desigualdad social en el país. Las expectativas de heredar una propiedad, que tradicionalmente han proporcionado estabilidad, están en peligro debido a la escalada de precios en el mercado inmobiliario. La desigualdad se manifiesta no solo en el ámbito económico, sino también en el acceso a la educación y la salud. En España, el sistema educativo muestra una creciente segregación, donde las escuelas concertadas parecen beneficiarse en términos de resultados académicos, pero esto a menudo se debe a una selección de alumnado que excluye a los estudiantes de entornos desfavorecidos. Las diferencias en el acceso a una educación de calidad perpetúan las desigualdades existentes y limitan las oportunidades de movilidad social. El análisis de la estructura de clases en España también destaca la dualidad del sistema de bienestar. Mientras que las clases medias pueden beneficiarse de servicios relativamente accesibles, los más desfavorecidos a menudo se ven obligados a depender de un sistema que no satisface adecuadamente sus necesidades. Esta dualidad se convierte en un factor de exclusión que refuerza la división entre clases, dificultando la cohesión social y la integración. La clase media en España se encuentra en un punto de inflexión. Con el costo de la vida y las expectativas de movilidad social en un entorno de creciente desigualdad, la percepción de que esta clase puede proporcionar un camino hacia una mejor calidad de vida está siendo cuestionada. La falta de consenso en torno a la situación actual y futura de la clase media en España refleja la complejidad y los desafíos que enfrenta la sociedad en su conjunto. Para que la clase media pueda recuperar su posición y fomentar la cohesión social, será necesario abordar las desigualdades estructurales que han surgido en las últimas décadas y trabajar hacia un modelo más inclusivo y equitativo.

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