Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La Generación Z, aquellos jóvenes nacidos entre 1997 y 2009, se enfrenta a un panorama económico que no solo es desafiante, sino que también pone a prueba su capacidad de adaptación y aprendizaje en el ámbito de las finanzas personales. Esta generación, que representa el 21% de la población peruana y cuenta con 7.3 millones de habitantes, ha tenido que lidiar con una serie de dificultades que han moldeado sus hábitos y actitudes hacia el dinero. A medida que el contexto socioeconómico se complica, resulta fundamental entender cómo están navegando estos jóvenes por un mundo en el que la incertidumbre económica se ha vuelto la norma. Según datos de Ipsos, el 44% de los jóvenes de esta generación está actualmente en la etapa de estudios, mientras que el 41% se encuentra trabajando. Sin embargo, el 33% no participa en ninguna de estas actividades, lo que sugiere una desconexión preocupante con el mercado laboral. Esto se agrava aún más en un entorno donde el 46% de sus pares a nivel mundial vive al día y no puede cubrir sus gastos diarios. Estas cifras revelan cómo la lucha por la estabilidad financiera se ha convertido en una constante en la vida de los jóvenes, quienes a menudo deben recurrir a trabajos adicionales para hacer frente a sus necesidades básicas. La pandemia de COVID-19 ha dejado una huella indeleble en el mercado laboral, afectando desproporcionadamente a la población más joven. Según un informe de la Organización Internacional del Trabajo, la mayor caída de empleo se registró entre los jóvenes de 14 a 24 años, en su mayoría empleados en el sector informal. Este contexto ha creado un paisaje laboral menos productivo y más desigual, donde aquellos que logran encontrar empleo suelen hacerlo en empresas pequeñas que, aunque pueden ofrecer oportunidades, tienen limitaciones en cuanto a salarios y beneficios. Además de la inestabilidad laboral, la Generación Z ha tenido que afrontar el incremento de los precios en una economía marcada por altas tasas de inflación. En Perú, el aumento de la inflación ha sido significativo, alcanzando un 8.46% en 2022, lo que ha complicado aún más la capacidad de estos jóvenes para cubrir costos asociados a la vida independiente, como alquileres y servicios básicos. Ante este escenario, resulta evidente que la educación financiera juega un papel crucial en su vida diaria. Sin embargo, a pesar de estos desafíos, existe una percepción errónea de que la Generación Z es irresponsable con su dinero. Si bien es cierto que muchos jóvenes tienden a gastar en pequeñas cosas cotidianas, como cafés o suscripciones a plataformas de streaming, esto no se traduce necesariamente en una falta de conciencia financiera. Más bien, es el resultado de una falta de herramientas y educación en la gestión del dinero, lo que les impide tomar decisiones más informadas y estratégicas sobre sus finanzas. Una de las claves para navegar este difícil panorama financiero es la educación financiera. Desarrollar habilidades para la gestión del dinero no solo puede ayudar a la Generación Z a ahorrar e invertir, sino que también les permitirá construir un futuro más seguro y estable. La implementación de programas de educación financiera en las escuelas y universidades podría ser una solución viable para equipar a estos jóvenes con las herramientas necesarias para tomar decisiones financieras inteligentes. Además, la Generación Z se encuentra en una posición privilegiada al tener acceso a la tecnología, que puede ser un aliado en la gestión de sus finanzas. Aplicaciones y plataformas digitales ofrecen información sobre presupuestos, ahorro e inversión, lo que facilita el control de ingresos y gastos. Sin embargo, la clave para que estas herramientas sean efectivas radica en su uso disciplinado y en la voluntad de aprender nuevas estrategias financieras. Es esencial fomentar un diálogo abierto sobre la importancia de la educación financiera en el hogar. Los padres y educadores pueden desempeñar un papel fundamental al compartir sus propias experiencias y ofrecer consejos prácticos que ayuden a los jóvenes a comprender la importancia del ahorro y la inversión. Establecer hábitos saludables desde una edad temprana puede ser la diferencia entre una vida financiera precaria y una vida en la que se sientan seguros y preparados para el futuro. En conclusión, aunque la Generación Z enfrenta desafíos financieros que pueden parecer insuperables, la combinación de educación, tecnología y apoyo familiar puede proporcionarles un camino hacia la estabilidad económica. Es fundamental reconocer que, a pesar de las dificultades, estos jóvenes tienen el potencial para cambiar su narrativa financiera mediante la adopción de buenas prácticas y la búsqueda de conocimiento. Al final del día, su éxito en la gestión de sus finanzas personales no solo beneficiará a ellos, sino que también tendrá un impacto positivo en la economía en su conjunto.