Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
El desarrollo económico de un país no solo depende de la voluntad política, sino también de la capacidad de sus recursos naturales y su adecuada explotación. En el Perú, la minería ha sido históricamente una de las actividades económicas más relevantes y, sin embargo, enfrenta un contexto de mitos que amenazan no solo su crecimiento, sino también la posibilidad de mejorar las condiciones de vida de millones de peruanos. Los mitos sobre la minería son, en gran medida, productos de desinformación que ignoran los avances y regulaciones que rigen esta industria. A pesar de ser un sector clave para la economía, donde se espera que el crecimiento supere el 4% y se reduzca la pobreza, la minería se encuentra amenazada por una serie de prejuicios que obstaculizan nuevos proyectos. Según datos de Apoyo Consultoría, la gran minería en el Perú está sujeta a 232 procedimientos administrativos que se sustentan en 470 normas, con la supervisión de 30 entidades. Esta "tramitología" ha llevado a que 23 proyectos mineros, que suponen una inversión total de 30 mil millones de dólares, estén en espera, con algunos como el controversial Tía María retrasado por más de diez años. Este retraso no solo afecta la economía, sino que también implica una falta de oportunidades laborales para el país. Desde el año 2001, la minería ha triplicado su generación de empleo directo, alcanzando los 214 mil puestos en 2023. Lo más alarmante es que, por cada empleo en este sector, se generan otros ocho en actividades relacionadas. Esto significa que casi dos millones de empleos en el Perú dependen de la minería, lo que demuestra su impacto positivo en el tejido laboral del país. El desarrollo de empresas proveedoras ha sido otro de los aspectos positivos de la minería en el Perú. En las últimas dos décadas, se han creado más de 5 mil nuevos proveedores, siendo la mayoría de ellos pequeñas y microempresas. Actualmente, el sector de proveedores mineros representa el 4% del Producto Bruto Interno (PBI) del país, casi la mitad del 9% que representa el sector minero en su conjunto. Esto evidencia cómo la minería no solo beneficia a las grandes corporaciones, sino que también apoya a las pequeñas y medianas empresas. La contribución fiscal de la minería al país es otro aspecto que merece atención. De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), la carga tributaria minera en Perú oscila entre el 41% y el 43% de las utilidades, una tasa superior a la de otros sectores que tributan al 30%. Esta significativa contribución ha permitido que el sector minero aporte cerca del 10% de la recaudación fiscal nacional, que a su vez se reinvierte en las regiones más necesitadas. En la última década, este sistema ha permitido la transferencia de casi 47 mil millones de soles en canon y regalías mineras a gobiernos regionales, municipalidades y universidades públicas. Estos recursos son vitales para el desarrollo local y la mejora de servicios básicos. Por lo tanto, postergar proyectos mineros no solo significa perder oportunidades de crecimiento, sino también negar a millones de peruanos el acceso a un mejor futuro. Sin embargo, la resistencia a la minería formal a menudo fortalece a la minería ilegal, que opera al margen de la ley y carece de las regulaciones necesarias para garantizar la sostenibilidad y el bienestar de las comunidades. Mientras la minería legal enfrenta mitos, la minería informal parece no atravesar por las mismas restricciones y continúa expandiéndose, lo que pone en riesgo tanto el medio ambiente como las economías locales. Es imperativo que la sociedad civil, los medios de comunicación y los líderes de opinión se unan para desmantelar estos mitos y brindar una representación más precisa de lo que la minería puede ofrecer al Perú. La educación y la transparencia son claves para cambiar la narrativa y fomentar un diálogo constructivo que permita el desarrollo de proyectos mineros que beneficien a todos. El progreso económico del Perú está en juego, y es hora de que se reconozca el verdadero potencial de la minería como motor de desarrollo. Ignorar sus contribuciones y perpetuar mitos infundados solo sirve para limitar las oportunidades de crecimiento y perpetuar la pobreza en un país que tiene todo para avanzar. La minería no es solo una actividad económica; es una oportunidad para el progreso, el bienestar y la construcción de un futuro mejor para todos los peruanos.