Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La economía peruana ha atravesado un periodo de altibajos en la gestión de sus ahorros fiscales, una situación que se ha vuelto crítica en los últimos años. Desde 2006 hasta 2015, el país logró acumular un ahorro público significativo gracias a la bonanza de los precios de los metales, lo que facilitó políticas fiscales contracíclicas durante crisis financieras y la reciente pandemia. Sin embargo, desde mediados de 2022, esta tendencia se ha revertido, y el país se encuentra en un proceso alarmante de consumo de sus ahorros fiscales, lo que plantea serios interrogantes sobre su sostenibilidad económica. Durante el periodo mencionado, el Perú incrementó sus activos financieros del sector público de un 8.5% del Producto Bruto Interno (PBI) a un 18.3%. Este aumento permitió al gobierno no solo mantener un gasto público adecuado, sino también enfrentar adversidades económicas sin recurrir a un endeudamiento excesivo. La capacidad del fisco peruano de gastar más durante situaciones de crisis fue, sin duda, un indicativo de una gestión fiscal prudente y proactiva. Sin embargo, la caída de los precios de los metales, junto con la reactivación de la economía tras la pandemia, trajo consigo un nuevo desafío. A pesar de que el ahorro fiscal se redujo a un 12.3% del PBI justo antes de la crisis, se esperaba que pudiera recuperarse con un nuevo aumento en los precios. Desafortunadamente, esto no ha ocurrido como se esperaba y, desde 2022, la situación ha empeorado drásticamente. El déficit fiscal ha aumentado de manera significativa, pasando de alrededor del 1% del PBI a un alarmante 4% en apenas dos años. Esta expansión del déficit ha sido acompañada por una notable caída en los activos financieros del sector público, que ahora se sitúan en un 9.8% del PBI, niveles que se aproximan a los peores registros de principios del siglo. Es evidente que el país se está consumiendo los ahorros que tanto esfuerzo costó acumular. Desde junio de 2022 hasta diciembre de 2023, el Tesoro Público ha visto una significativa reducción en sus depósitos en el Banco Central de Reserva, con una pérdida de S/ 15,600 millones. Otros fondos de reserva han disminuido en S/ 8,200 millones, y los recursos de los ministerios y gobiernos locales han caído en S/ 6,400 millones. En total, cerca de S/ 30 mil millones se han esfumado, lo que plantea un panorama sombrío para la administración fiscal del país. Las proyecciones para el futuro inmediato no son optimistas. La preocupación por un posible incumplimiento de las metas fiscales es palpable, con la clasificada internacional Moodys advirtiendo sobre el riesgo de no cumplir con los objetivos establecidos por el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF). La situación es aún más complicada si se toma en cuenta que, a pesar de los anuncios de la presidenta Dina Boluarte de incrementos en el gasto, es poco probable que el déficit fiscal se reduzca de forma significativa. Un aspecto clave a considerar es que, a pesar de la expectativa de un aumento en la recaudación por el repunte de los precios de los metales, es incierto que esta recaudación alcance los niveles necesarios para revertir la situación fiscal. Existe la posibilidad de que el gobierno entrante, en medio de un panorama político fragmentado, se encuentre con sus manos atadas para implementar reformas que estabilicen su economía. En esta línea, se vuelve crucial que las autoridades fiscales tomen medidas decisivas para frenar el consumo de los ahorros y controlar el déficit. La capacidad de reacción ante futuros choques externos se está debilitando y, si no se toman acciones inmediatas, el país podría enfrentar serias dificultades para enfrentar crisis posteriores. Es vital que la gestión pública se enfoque en la reconstrucción de las finanzas públicas, así como en el fortalecimiento de las instituciones que se han visto afectadas por la inestabilidad política. La historia reciente nos enseña que los periodos de bonanza no son eternos y que la prudencia fiscal es indispensable para asegurar un futuro sostenible para el Perú. En conclusión, el camino hacia la recuperación de los ahorros fiscales y la estabilidad económica será arduo y lleno de desafíos. La necesidad de un cambio en la gestión económica se vuelve apremiante, y el compromiso de los próximos líderes será fundamental para revertir la alarmante tendencia actual y restablecer la confianza en la economía peruana.