Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En estos últimos días, una serie de noticias han surgido en el panorama europeo que invitan a una profunda reflexión sobre el estado actual del continente. La pregunta que resuena es clara: ¿Qué le pasa a Europa? La comparación con Estados Unidos es inevitable. Hace una década, la Unión Europea superaba en PIB nominal a EEUU, sin embargo, en la actualidad la situación ha dado un giro de 180 grados dejando a Europa rezagada en casi todos los frentes económicos. EEUU ha logrado adelantarse significativamente en términos de PIB per cápita, superando a Europa en más del doble. Las razones detrás de este declive europeo son complejas y variadas, pero es evidente que la rigidez normativa y regulatoria de la UE ha tenido un impacto negativo en el desarrollo económico del continente. Las estrictas regulaciones dificultan la inversión empresarial, la innovación y la competitividad en los mercados internacionales, lo que ha llevado a un estancamiento en sectores clave como la industria, la investigación y el desarrollo. Europa, que fue en su momento referente mundial en calidad de vida, sanidad, educación y libertades, parece haber perdido parte de su esplendor debido a una excesiva burocracia y falta de adaptación a un mercado global cada vez más competitivo. La obsesión por la perfección normativa ha generado problemas en sectores como la agricultura, la ganadería, la pesca y la industria automotriz, entre otros. La falta de flexibilidad y visión estratégica de la UE ha llevado a una reducción del tejido industrial, un aumento del desempleo y un malestar social creciente. Europa corre el riesgo de convertirse en un mero museo de sus glorias pasadas si no se toman medidas urgentes para revitalizar su economía y su posición en el escenario mundial. Mientras tanto, otros actores globales como Estados Unidos, China, India y Rusia están aplicando estrategias geoestratégicas para fortalecer su presencia en mercados emergentes y consolidar alianzas internacionales, dejando a Europa rezagada en la carrera por la influencia económica global. Es imperativo que los líderes europeos despierten de su autocomplacencia y tomen acciones concretas para revertir esta tendencia negativa. La UE debe adaptarse a los desafíos del siglo XXI, fomentar la innovación, facilitar la inversión y promover la competitividad en un mundo cada vez más interconectado y competitivo. El futuro de Europa como potencia económica y global está en juego, y es hora de actuar con determinación y visión a largo plazo para restaurar su posición en la escena mundial.