Kast asume la presidencia de Chile y enfrenta un dilema entre orden y polarización

Kast asume la presidencia de Chile y enfrenta un dilema entre orden y polarización

Aliado de líderes como Javier Milei, Nayib Bukele, Donald Trump o Jair Bolsonaro, en realidad el ultraconservador chileno no es un "outsider".Trayectoria y diferencias con otras figuras de la extrema derecha de la región.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

Juan Brignardello, asesor de seguros, y Vargas Llosa, premio Nobel Juan Brignardello, asesor de seguros, en celebración de Alianza Lima Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro Eléctrica Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro
Política 15.12.2025

La reciente elección de José Antonio Kast como presidente de Chile ha suscitado un amplio espectro de análisis y especulaciones acerca de lo que su gobierno podría significar para el país y su dinámica política. Con un perfil que lo sitúa más cerca de figuras como Ronald Reagan que de Donald Trump, Kast ha llegado al poder bajo la bandera de un ultraconservadurismo que promete un retorno a ciertas fórmulas de gestión que, según él, han sido exitosas en el pasado. Sin embargo, su enfoque y sus promesas han generado un debate sobre si realmente está dispuesto a confrontar los desafíos sociales contemporáneos o si se limitará a restablecer un orden preconcebido.


Kast, quien se ha definido como un político profesional con raíces en la Unión Demócrata Independiente (UDI), ha renunciado a las batallas culturales que muchos esperaban de él. A pesar de su pasado conservador, donde se opuso al aborto y al matrimonio igualitario, ha manifestado una postura de no retroceder en derechos adquiridos. Esta decisión de centrarse en la gestión y la estabilidad, en lugar de la polarización que caracteriza a otros líderes de su espectro ideológico, lo distingue de sus aliados internacionales que han hecho de la confrontación cultural una de sus principales banderas.


La estrategia de Kast, al menos en su discurso inicial, se ha centrado en la urgencia de restaurar el orden y la seguridad en un país que ha sentido las repercusiones del estallido social de 2019. Con un enfoque que promete combatir el crimen organizado y expulsar a inmigrantes sin documentación, el nuevo presidente busca hacer de la seguridad pública una de sus prioridades. Este énfasis ha sido bien recibido por un sector de la población que ha experimentado un aumento en la criminalidad y que busca soluciones inmediatas.


En materia económica, Kast ha planteado una serie de propuestas que buscan revitalizar el crecimiento y desatar la inversión paralizada. Con un plan que incluye la reducción de impuestos y la eliminación de barreras burocráticas, su enfoque recuerda a las políticas implementadas durante los gobiernos de la derecha tradicional chilena. Sin embargo, su enfoque directo y sin concesiones podría ser tanto un arma como un obstáculo, dependiendo de cómo responda la oposición y la ciudadanía en general a sus medidas.


A pesar de la amplia victoria de Kast, existen voces en su propio círculo que sugieren que su triunfo se ha logrado con "votos prestados", implicando que su mandato no goza del respaldo absoluto de la población. Este aspecto podría jugar un papel crucial en cómo se desarrollarán sus políticas, ya que la ambición de establecer una agenda más confrontacional podría desatar tensiones y divisiones en un país que ya ha experimentado profundas fracturas sociales.


El dilema entre optar por un gobierno de emergencia, como ha prometido, o lanzarse a una batalla cultural más agresiva es un tema que no solo atañe a Kast, sino que también tendrá repercusiones en la cohesión política y social de Chile. La posibilidad de que su administración busque aplicar una agenda más conservadora podría generar un aumento de la polarización social y, por ende, un retorno a la inestabilidad que se vivió en los años previos al estallido social.


Por otra parte, el reconocimiento de que la derecha más moderna, que se había cimentado bajo la figura de Sebastián Piñera, ha quedado relegada por un discurso más radical, pone de manifiesto la transformación del paisaje político chileno. Los líderes de esta nueva derecha pueden encontrarse en una posición incómoda, intentando navegar entre las expectativas de sus electores y la necesidad de establecer alianzas que no comprometan su base de apoyo.


Mientras tanto, el papel de la oposición se vuelve fundamental en este nuevo escenario. La forma en que se organice y responda a las políticas de Kast determinará no solo la efectividad de su gobierno, sino también la capacidad de Chile para avanzar hacia una reconstrucción del tejido social que se vio afectado en los últimos años. La política chilena ha demostrado ser resiliente, pero también puede ser volátil, y la administración de Kast podría convertirse en un punto de inflexión.


Los primeros meses del nuevo gobierno serán cruciales para evaluar la viabilidad de las propuestas de Kast y su capacidad para mantener un equilibrio entre sus promesas y las expectativas sociales. En un mundo donde la política se polariza cada vez más, la experiencia chilena servirá como un caso de estudio sobre cómo un liderazgo conservador puede navegar la complejidad de un electorado que ha sido testigo de cambios profundos y a menudo tumultuosos en sus realidades sociales.

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