Estudio innovador revela el papel del desarrollo temprano en la formación del riesgo de cáncer.

Estudio innovador revela el papel del desarrollo temprano en la formación del riesgo de cáncer.

Un estudio revela que el desarrollo humano temprano puede tener un impacto significativo en el riesgo de cáncer, desafiando la noción de que el cáncer es simplemente "mala suerte."

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Salud

En un estudio innovador llevado a cabo por el Instituto Van Andel en Grand Rapids, los investigadores están desafiando la comprensión convencional del desarrollo del cáncer al resaltar el posible impacto del desarrollo humano temprano en el riesgo de cáncer. Tradicionalmente percibido como una consecuencia de mutaciones genéticas que se acumulan con el tiempo, esta nueva investigación sugiere que las raíces del cáncer pueden establecerse incluso antes del nacimiento, influenciadas por diferencias sutiles durante las primeras etapas del desarrollo. La investigadora principal, la Dra. Ilaria Panzeri, enfatiza que la percepción común del cáncer como simplemente "mala suerte" no aborda por qué algunas personas desarrollan la enfermedad mientras que otras no. "La mala suerte no explica completamente por qué algunas personas desarrollan cáncer y otras no. Lo más importante es que la mala suerte no puede ser objeto de tratamiento", explica. Este cambio de paradigma pone de relieve el papel de la epigenética: mecanismos que regulan la expresión genética sin alterar la secuencia de ADN subyacente. El equipo de investigación se centró en un regulador epigenético específico conocido como TRIM28. Al estudiar ratones con niveles reducidos de este regulador, los científicos observaron una sorprendente divergencia en la susceptibilidad al cáncer, incluso entre sujetos genéticamente idénticos. A pesar de tener la misma composición genética, los ratones se dividieron naturalmente en dos grupos con diferentes riesgos de cáncer. Un grupo mostró un peso más ligero y una mayor propensidad a los cánceres de sangre, como la leucemia, mientras que el grupo alternativo, más pesado, enfrentó una mayor probabilidad de desarrollar tumores sólidos, incluidos el cáncer de pulmón y de próstata. Estas diferencias críticas fueron detectables en muestras de tejido tomadas de los ratones a tan solo 10 días de edad, antes de cualquier signo visible de enfermedad. Los hallazgos subrayan la noción de que los factores que influyen en el riesgo de cáncer pueden operar en etapas mucho más tempranas de lo que se reconocía anteriormente. El Dr. Andrew Pospisilik, co-líder del estudio, enfatiza que, si bien las mutaciones genéticas han dominado tradicionalmente las discusiones sobre el cáncer, entender cómo los procesos de desarrollo moldean el riesgo de cáncer es esencial para la investigación futura. Además, al examinar bases de datos de cáncer humano, los investigadores encontraron paralelismos con sus hallazgos en ratones. Los pacientes con alteraciones en los homólogos humanos de los genes estudiados tendían a experimentar resultados más severos, lo que indica que estos patrones de vida temprana podrían extenderse a la oncología humana. Las implicaciones de este estudio van más allá de entender el riesgo de cáncer; abre la puerta a posibles estrategias preventivas. Si se pueden identificar indicadores tempranos de predisposición al cáncer, los proveedores de atención médica podrían desarrollar métodos para intervenir antes de que la enfermedad se manifieste. Esto podría llevar a protocolos de detección mejorados y medidas preventivas personalizadas para individuos basadas en sus perfiles epigenéticos de vida temprana, similar a un sistema de alerta temprana contra el cáncer. Si bien el estudio marca un avance significativo en el campo, los investigadores reconocen que queda mucho trabajo por hacer. Sin embargo, representa un paso crucial hacia una comprensión más matizada de los orígenes del cáncer, potencialmente transformando los enfoques de prevención y tratamiento en el futuro. A medida que la comunidad científica continúa desentrañando las complejidades del riesgo de cáncer, esta investigación invita tanto a la esperanza como a una mayor indagación sobre el papel de nuestras primeras etapas de desarrollo en la configuración de resultados de salud a largo plazo.

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