FIA cerrados sostenibles enfrentan incertidumbre en camino hacia la sostenibilidad financiera

FIA cerrados sostenibles enfrentan incertidumbre en camino hacia la sostenibilidad financiera

Los fondos de inversión sostenible enfrentan incertidumbres y retos normativos en su camino hacia la sostenibilidad en Europa.

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Economía y Finanzas

La situación de los fondos de inversión alternativa sostenibles (FIA cerrados) continúa siendo incierta en el contexto de la búsqueda de un futuro más ecológico promovido por la Unión Europea. A pesar de los esfuerzos por parte de las instituciones europeas para lograr que el continente sea climáticamente neutro en 2050, el camino hacia la sostenibilidad financiera enfrenta obstáculos significativos. El Pacto Verde Europeo y el Plan de Acción para una economía más ecológica y limpia, aunque ambiciosos, requieren de un marco normativo efectivo que apoye la realidad del mercado. Los FIA cerrados se han establecido como un pilar fundamental para canalizar inversiones hacia actividades sostenibles, gracias a su capacidad de movilizar grandes volúmenes de capital y a su enfoque a largo plazo. Sin embargo, su crecimiento ha sido complicado por la presión legislativa, que ha resultado en una clasificación de los fondos en diferentes categorías bajo el Reglamento de divulgación de información relativa a la sostenibilidad (SFDR). Esta clasificación, aunque necesaria, ha revelado una falta de compromiso real en términos de impacto positivo en el desarrollo sostenible. Los fondos están categorizados en tres grupos: artículo 9, que persiguen inversiones sostenibles; artículo 8, que promueven ciertas características sociales o medioambientales; y artículo 6, que no tienen ninguna de estas calificaciones. Sin embargo, a pesar de la obligación de integrar los riesgos de sostenibilidad en sus decisiones de inversión, no hay un requerimiento que les exija generar un impacto positivo concreto. Esta falta de exigencia efectiva está en la raíz de las preocupaciones actuales sobre la transparencia y la rendición de cuentas en la gestión de estos fondos. Las instituciones europeas han reconocido la necesidad de revisar y ajustar la normativa existente para establecer mínimos de impacto que permitan calificar un fondo como artículo 9. Este cambio es crucial, ya que, tras un auge de fondos sostenibles durante 2021 y 2022, el año 2023 ha mostrado una tendencia a la baja en la clasificación de muchos de estos vehículos de inversión, con un significativo número de ellos reclasificándose de artículo 9 a 8 o incluso a 6. Esto pone de relieve las dificultades que enfrentan las sociedades gestoras para cumplir con los requisitos de reporting. La situación se agrava en 2024, con una disminución tanto en el número de FIA cerrados sostenibles como en el volumen de activos que gestionan. Un fenómeno similar ocurre en los fondos de inversión abierta, donde se ha registrado un retiro de capital considerable, rompiendo así con la tendencia de crecimiento sostenido de años anteriores. Este fenómeno podría interpretarse como una reacción a cambios externos, como la inestabilidad política internacional, pero es más probable que sea un ajuste necesario debido a las complejidades inherentes a la gestión de fondos sostenibles. Además, se espera que entre 2025 y 2026 se implementen reformas legislativas que busquen simplificar la operativa de estos fondos, como la propuesta de reducir el número de indicadores ASG a reportar. Sin embargo, hasta que estos cambios se materialicen, la presión sobre los fondos sostenibles y sus sociedades gestoras continuará. La necesidad de centrarse en la transparencia y el cumplimiento normativo puede, irónicamente, desviar recursos críticos de la generación de un impacto real en sostenibilidad. La importancia del alineamiento de las inversiones de los fondos con la taxonomía medioambiental de la Unión Europea no puede subestimarse. Aunque se define como opcional, actualmente solo un pequeño porcentaje de fondos de inversión se encuentra alineado con estas directrices. En el periodo de 2022 a 2024, solo el 10% de los activos bajo gestión de FIA cerrados se alinearon con la taxonomía, una cifra que contrasta drásticamente con el 50% de los fondos clasificados como artículo 8 y 9 SFDR. Este desajuste revela que, aun cuando muchos fondos se clasifican como sostenibles, el verdadero potencial para generar un impacto positivo en la economía real es limitado. La mayoría de los fondos que cumplen con los requisitos de la SFDR se centran más en el reporting que en la implementación de prácticas de inversión que realmente promuevan la sostenibilidad. Este enfoque centrado en la rendición de cuentas, aunque esencial, puede no ser suficiente para abordar los desafíos urgentes que enfrenta el planeta. En conclusión, mientras la Unión Europea avanza en su ambicioso objetivo de ser climáticamente neutra para 2050, los FIA cerrados sostenibles enfrentan un periodo de reajuste y revaluación. Las reformas necesarias para mejorar la transparencia y la efectividad de estos fondos son urgentes y, de no implementarse, se corre el riesgo de que la sostenibilidad financiera quede como una mera etiqueta, en lugar de convertirse en una realidad tangible y transformadora. La clave estará en encontrar un equilibrio entre la transparencia en el reporting y la verdadera inversión en un futuro sostenible.

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