Miguel Hernández: un testimonio de vida y resiliencia frente al VIH

Miguel Hernández: un testimonio de vida y resiliencia frente al VIH

Miguel Hernández, VIH positivo desde los 25 años, supera expectativas de vida con determinación y aboga por el fin del estigma asociado a la enfermedad.

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Salud

Miguel Hernández, portador del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) desde su diagnóstico a los 25 años, se ha convertido en un testimonio viviente de la capacidad de superación frente a las adversidades que presenta esta enfermedad. Hace más de dos décadas, cuando recibió la noticia de su condición, los médicos le pronosticaron una esperanza de vida de 20 años, pero hoy, a sus 48 años, ha logrado sobrepasar esa expectativa y continúa enfrentando la vida con determinación. Su historia comenzó en diciembre de 1999, cuando, tras acompañar a un amigo a hacerse la prueba de VIH, se vio obligado a enfrentar su propio temor. El anuncio de su resultado positivo lo sumió en un estado de negación y miedo. Recordó cómo la falta de educación sexual y el estigma social sobre el VIH lo llevaron a concepciones erróneas de la enfermedad. A pesar de que en ese momento la ciencia había avanzado notablemente desde la década de 1980, Miguel aún se sentía abrumado por las historias de terror que había escuchado sobre el virus. En su relato, Miguel menciona cómo su amigo, quien también fue diagnosticado, no tuvo la fortaleza para aceptar su condición y, desafortunadamente, no sobrevivió. Esta pérdida profundizó la tristeza que siente por aquellos que han partido a causa del VIH. "Ser sobreviviente es un privilegio que entristece", reflexiona, a la vez que reconoce que ha aprendido de las decisiones de sus amigos que no pudieron sobrellevar su diagnóstico. Miguel también revela su lucha con la aceptación de su condición. Durante un tiempo, se negó a buscar tratamiento y se mantuvo en un estado de negación que lo llevó a enfrentar graves problemas de salud. Fue solo después de una hospitalización por neumocistosis, una infección pulmonar común en personas con VIH, que decidió comenzar su tratamiento antirretroviral. Este cambio marcó un antes y un después en su vida, y desde entonces ha mantenido una rigurosa disciplina con su medicación. La vida con VIH ha requerido que Miguel realice ajustes significativos en su estilo de vida. Desde una dieta balanceada hasta la reducción en el consumo de alcohol y el abandono de las noches de fiesta, cada decisión ha sido impulsada por la necesidad de cuidar su salud. Sus tres perros, que pasea a diario, se han convertido en su motivación para mantenerse activo y equilibrado. A lo largo de los años, Miguel ha sido testigo del avance de la medicina, pero también de la pérdida de amigos que, a pesar de haber recibido un diagnóstico similar, no han logrado mantenerse al día con sus tratamientos. "He sido muy constante", afirma, y recalca la importancia de la adherencia a la terapia antirretroviral como la clave para su bienestar. Su experiencia le ha otorgado una perspectiva única sobre la vida y la muerte; aunque ha vivido con el miedo a la muerte desde su diagnóstico, Miguel ha decidido no dejar que esto lo paralice. "Desde que recibí mi diagnóstico, he esperado a que llegue la muerte, pero no me detuve: yo hice mi vida", comparte con una sinceridad que invita a la reflexión. Con el tiempo, ha aprendido a manejar su salud de manera proactiva y a buscar alternativas cuando es necesario. Su deseo de seguir viviendo no solo se centra en la calidad de su vida, sino en la esperanza de que un día exista una cura que elimine la discriminación y el estigma asociados al VIH. "No solo hay que pensar en que la gente no contraiga este virus, sino en que este virus deje de provocar discriminación, miedo y estigmas", enfatiza. Miguel Hernández es un ejemplo viviente de resiliencia. Su historia no solo ilumina su viaje personal con el VIH, sino que también sirve como un recordatorio de que con determinación, apoyo y cuidado, es posible desafiar las expectativas más sombrías. Mientras mira hacia el futuro, su esperanza se mantiene firme en que la ciencia avance aún más, y que un día, todos los que viven con VIH puedan experimentar la vida sin el peso del estigma y el miedo. Su testimonio es un faro de esperanza y un llamado a la acción para continuar la lucha contra el VIH y sus consecuencias en la sociedad.

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