Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
Las monarquías europeas han sido objeto de críticas en torno a sus presupuestos y a los gastos asociados a sus funciones. Sin embargo, un análisis más profundo revela que, en comparación con las repúblicas, el coste de mantener a estas instituciones puede no ser tan elevado como se piensa. De hecho, el presupuesto de la monarquía en España es, con diferencia, el más bajo de Europa, una realidad que a menudo queda eclipsada por el foco de la controversia pública. Con un presupuesto de 8,43 millones de euros en 2023, la Casa del Rey de España ocupa la última posición en la lista de costes monárquicos europeos. Este gasto representa un modesto 0,01% del PIB nacional y el 0,006% del presupuesto estatal. En contraste, otras monarquías como la de Bélgica y la de Suecia cuentan con presupuestos anuales de 12,5 millones y 13 millones de euros, respectivamente. No obstante, el verdadero gasto se observa en las repúblicas, donde los costos para mantener las jefaturas de Estado a menudo superan a los de las monarquías. Por ejemplo, el presupuesto de la presidencia alemana ronda los 20 millones de euros, mientras que el de Francia se eleva a más de 100 millones. Esto plantea la pregunta de si estos gastos son realmente derroches o si, por el contrario, son necesarios para garantizar la alta representación que estas instituciones ejercen, tanto en el ámbito interno como externo. Si bien muchos argumentan que una monarquía puede parecer anacrónica, el costo de su mantenimiento parece comparativamente más razonable. La historia reciente de la monarquía británica también ofrece una perspectiva interesante sobre el tema. Desde la abolición de la lista civil en 2011, el "Crown Estate" ha proporcionado a la Corona británica 240,2 millones de libras, de las cuales el 15% se destina a financiar las actividades del monarca. Este dinero proviene de los impuestos, lo que subraya que las monarquías no están exentas de la responsabilidad fiscal que comparten con otras instituciones del Estado. La idea de que la monarquía es un costoso lujo para la sociedad se desafía al explorar cómo los costos asociados a la realeza se distribuyen. En España, el salario de los Reyes representa solo el 6,4% del presupuesto total de la Casa del Rey, lo que significa que la mayor parte de los fondos se destina a otros aspectos de la institución. Además, los rígidos controles sobre regalos y obsequios contribuyen a una mayor transparencia y responsabilidad en la gestión de recursos. La monarquía española, a diferencia de otras en Europa, también se beneficia de un marco normativo que limita la aceptación de regalos y favores, lo que refuerza la idea de que su funcionamiento está diseñado para preservar la dignidad y la neutralidad política de la institución. En comparación, la situación en otras monarquías puede ser menos regulada, lo que podría dar pie a malentendidos sobre el uso de fondos públicos. Al observar los presupuestos de las diferentes jefaturas de Estado en Europa, es evidente que la monarquía no es, en términos absolutos, la más onerosas. De hecho, en muchos casos, los gastos asociados a presidentes de república superan a los de sus contrapartes monárquicos. Esto plantea un dilema para quienes critican la existencia de las monarquías: ¿por qué se centra tanto la atención en el gasto real de la realeza cuando los costos de la presidencia son notablemente más altos? La monarquía, en esencia, representa un aspecto distintivo de la identidad cultural y política de un país. Aunque algunos argumenten que su existencia es obsoleta, otros ven en ella un símbolo de continuidad y estabilidad. Este debate sobre la relevancia de las monarquías en el contexto contemporáneo se vuelve aún más interesante cuando se considera su papel en la atracción turística y en el fomento de la economía local. Las cifras pueden variar, pero la realidad es que cada país europeo ha decidido cómo gestionar su propio sistema de gobierno. La monarquía en España, a menudo vista como un vestigio del pasado, puede ser considerada también un baluarte de la tradición y la identidad nacional. En el ámbito económico, los datos sugieren que no es la carga que muchos creen. Así, el verdadero desafío radica en cómo las instituciones, cualquiera que sean, encuentran un equilibrio entre sus funciones y sus costos en un mundo donde cada euro cuenta.