Dos décadas después: cómo la comunicación digital transformó la respuesta y la preparación ante desastres.

Dos décadas después: cómo la comunicación digital transformó la respuesta y la preparación ante desastres.

En el 20 aniversario del tsunami de 2004, reflexionamos sobre la evolución de las respuestas a desastres, destacando el impacto de las redes sociales y la resiliencia comunitaria.

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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A medida que conmemoramos el 20 aniversario del devastador tsunami del Océano Índico que azotó el 26 de diciembre de 2004, es esencial reflexionar no solo sobre la tragedia en sí, sino también sobre cómo nuestras respuestas a los desastres han evolucionado en la era de la comunicación digital. Este tsunami, provocado por un terremoto de magnitud 9.1 frente a la costa de Sumatra, resultó en más de 220,000 muertes en múltiples naciones, con pérdidas asombrosas solo en la provincia de Aceh, en Indonesia, donde casi 126,000 personas perecieron. En el inmediato después, los medios de comunicación tradicionales eran las principales fuentes de información, a menudo luchando por transmitir la magnitud total del desastre, ya que las líneas de comunicación se cortaron y el acceso se vio obstaculizado. El sobreviviente Mark Oberle, que se encontraba en Tailandia durante el tsunami, relató un intento desesperado de mantener a sus seres queridos actualizados a través de un blog. Su narrativa capturó el caos y la incertidumbre que enfrentaron muchos, ilustrando cómo los informes iniciales a menudo minimizaban la escala de la catástrofe. Avancemos dos décadas y el panorama de la difusión de información es muy diferente. El auge de las plataformas de redes sociales ha transformado la forma en que entendemos y respondemos a los desastres. Hoy en día, miles de millones de personas pueden acceder a actualizaciones en tiempo real, compartir información crítica y brindarse apoyo mutuamente a través de diversos canales en línea. Este cambio ha permitido una nueva forma de periodismo ciudadano, donde los individuos pueden informar desde el terreno y ayudar a localizar personas desaparecidas. En desastres recientes, como las inundaciones en España y el terremoto en Turquía, las redes sociales han desempeñado un papel fundamental en la conexión de familias y en la facilitación de operaciones de rescate. El tsunami de 2018 en Palu, Indonesia, demostró cómo las grabaciones de teléfonos inteligentes pueden mejorar la comprensión científica de los eventos sísmicos, permitiendo a los investigadores analizar datos en tiempo real y mejorar nuestra preparación para futuros desastres. Sin embargo, la democratización de la información no está exenta de sus peligros. La desinformación puede propagarse tan rápidamente como los informes precisos, complicando las respuestas de emergencia. Casos como las interrupciones causadas por rumores infundados durante el huracán Helene en Carolina del Norte resaltan los peligros potenciales de las redes sociales en situaciones de crisis. Los expertos advierten que, si bien las redes sociales tienen el poder de salvar vidas al proporcionar información oportuna, también pueden obstaculizar la gestión efectiva de desastres cuando narrativas falsas se apoderan de la situación. En Aceh, las lecciones de resiliencia y preparación son evidentes, ya que la comunidad local, traumatizada por los eventos de 2004, ha trabajado para mejorar sus sistemas de alerta de tsunamis. Teuku Hafid Hududillah, un sobreviviente convertido en observador de terremotos, está dedicado a garantizar que la provincia esté mejor equipada para responder a futuras amenazas. La implementación de sistemas de detección más robustos, incluyendo sirenas diseñadas para ser escuchadas desde grandes distancias, refleja un compromiso por salvaguardar vidas en caso de que ocurra otro desastre. A pesar de las mejoras en la infraestructura y la capacitación de la comunidad, los residentes locales aún expresan preocupaciones sobre la planificación urbana y las rutas de evacuación, enfatizando que la preparación va más allá de la tecnología; requiere un enfoque holístico que priorice la seguridad de la comunidad frente a desastres naturales. Al recordar a las víctimas del tsunami de 2004, esto sirve como un recordatorio conmovedor del papel crítico que tanto la tecnología como la preparación comunitaria juegan en la respuesta a desastres. Si bien hemos avanzado en nuestra capacidad para comunicarnos y reaccionar ante emergencias, los miedos y recuerdos de tales tragedias permanecen grabados en los corazones de aquellos afectados, lo que nos impulsa a fomentar un ambiente de vigilancia, apoyo y mejora continua en nuestras estrategias de respuesta ante desastres.

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