Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
A raíz del impactante asesinato del CEO de UnitedHealthcare, Brian Thompson, la narrativa en torno al presunto asesino, Luigi Mangione, ha tomado un giro preocupante. En lugar de ser visto a través del prisma de su supuesto acto atroz, Mangione está siendo aclamado por un sector del público como una especie de héroe vigilante. Este fenómeno no solo es preocupante; resalta una inquietante tendencia cultural a romantizar la violencia como medio de expresión del descontento. Desde el asesinato, las redes sociales han estallado con sentimientos encontrados. Mientras los horripilantes eventos de la muerte de Thompson están frescos en la mente de muchos, algunas personas están utilizando la tragedia para canalizar sus frustraciones sobre problemas sistémicos en la industria de la salud. En un giro bizarro, cientos se han congregado para apoyar a Mangione a través de una recaudación de fondos en línea, superando los $10,000 en contribuciones, con sentimientos que van desde la gratitud hasta la admiración abierta. Los partidarios expresan su aprecio por su "servicio", aparentemente sin comprender la magnitud de las consecuencias que sus acciones han infligido a la familia de Thompson y a la comunidad en general. Tales expresiones de apoyo plantean la pregunta: ¿cómo puede alguien justificar la celebración de un hombre que supuestamente ha robado a dos niños de su padre? La comparación es contundente: ¿se atrevería alguien a glorificar un ataque violento contra un ejecutivo del petróleo como solución al cambio climático? Por supuesto que no. Sin embargo, la admiración por Mangione sugiere un inquietante doble rasero, donde la frustración con un sistema transforma a un presunto asesino en mártir. El análisis de inteligencia del Departamento de Policía de Nueva York ha indicado que las motivaciones de Mangione resuenan con ideologías extremistas, trazando paralelismos con figuras como Ted Kaczynski, el Unabomber. El informe sugiere que podría inspirar a otros a cometer actos de violencia bajo la apariencia de buscar justicia por agravios percibidos contra el sistema de salud. Este potencial de que otros emulen tal comportamiento es una consecuencia escalofriante de elevar a individuos violentos a un estatus de reverencia. Las complejidades del sistema de salud estadounidense, plagadas de inconsistencias e ineficiencias, son preocupaciones legítimas. Muchas personas y familias experimentan a diario las trágicas repercusiones de un acceso a la atención médica que es inaccesible y costosa. Sin embargo, el camino a seguir no radica en la violencia, sino en la participación cívica y la defensa de una reforma sistémica. Es a través del diálogo significativo, la acción legislativa y la organización comunitaria que podemos abordar los problemas evidentes dentro de la atención médica. Consideremos la respuesta del representante de Nueva York, Ritchie Torres. Tras la reacción contra las políticas insostenibles de la industria de seguros de salud, promovió un proyecto de ley para restringir los límites de tiempo arbitrarios en la cobertura de anestesia. Este es el modelo de defensa que deberíamos promover, no la glorificación de la violencia. Muestra que el cambio puede lograrse a través de procesos democráticos en lugar de actos de desesperación extrema y violencia. A medida que el caso de Mangione se desarrolla en los tribunales, las implicaciones más amplias de sus acciones—y la respuesta que han generado—deben ser consideradas cuidadosamente. Celebrar a un asesino acusado no es una solución a nuestras frustraciones; es una afrenta a los mismos principios de justicia y responsabilidad. En lugar de colocar a Mangione en un pedestal, debemos reconocer que los verdaderos héroes son aquellos que trabajan incansablemente por la reforma y el cambio sin recurrir a la violencia. No permitamos que la ira nuble nuestro juicio moral y nos lleve por un camino donde la violencia se malinterprete como valor.