Copa del Mundo 2034 en Arabia Saudita: ¿Un cambio de juego para el deporte, la diplomacia y la reforma?

Copa del Mundo 2034 en Arabia Saudita: ¿Un cambio de juego para el deporte, la diplomacia y la reforma?

La organización de la Copa del Mundo 2034 por Arabia Saudita plantea preguntas sobre los derechos humanos y la diplomacia deportiva, en medio de esfuerzos por transformar su imagen global.

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Deportes

A medida que Arabia Saudita se prepara para albergar la Copa Mundial de Fútbol Masculino 2034, el panorama del deporte internacional y la diplomacia está cambiando significativamente. El Reino, a menudo visto a través del prisma de su controvertido historial de derechos humanos y la sombra del asesinato de Jamal Khashoggi, se está convirtiendo rápidamente en un punto focal para eventos deportivos globales. La decisión de la FIFA de otorgar a Arabia Saudita el codiciado lugar en el torneo plantea varias preguntas sobre las implicaciones de esta elección, no solo para el fútbol, sino para la narrativa más amplia sobre el lugar del Reino en el mundo. A raíz de la postura anterior del presidente Joe Biden, que relegó al príncipe heredero Mohammed bin Salman (MBS) a la periferia política, parece que las realidades diplomáticas han cambiado. Las inversiones en curso del Reino en el deporte, junto con visitas de alto perfil de líderes mundiales como Emmanuel Macron de Francia y Sir Keir Starmer del Reino Unido, sugieren una nueva era de compromiso. Estos líderes reconocen las necesidades económicas vinculadas al mantenimiento de relaciones sólidas con la nación rica en petróleo, incluso en medio de su complejo historial de derechos humanos. La celebración de la Copa Mundial es emblemática de las ambiciones de Arabia Saudita bajo la Visión 2030 de MBS, una hoja de ruta estratégica destinada a diversificar su economía y reducir su dependencia del petróleo. Las inversiones del príncipe heredero en deportes, entretenimiento y turismo significan un esfuerzo concertado por remodelar la imagen global del país, buscando fomentar un entorno más moderado y amigable para los inversores. El objetivo parece ser doble: captar la atención de la comunidad internacional y aprovechar la energía de una población joven, en gran parte subempleada. Sin embargo, las preocupaciones persistentes sobre el trato a los trabajadores migrantes y las condiciones represivas bajo las cuales viven muchos saudíes siguen siendo una realidad. A medida que el país se prepara para un importante aflujo de visitantes durante la Copa Mundial, la efectividad y la ética de su modelo de desarrollo rápido están bajo escrutinio. A pesar de las promesas de reforma, las realidades en el terreno, como las duras condiciones que enfrentan los trabajadores migrantes involucrados en la construcción de vastos proyectos de infraestructura, proyectan una larga sombra sobre estas ambiciones transformadoras. Las similitudes con la celebración de la Copa Mundial anterior en Catar son difíciles de ignorar. Allí, la construcción de estadios e instalaciones planteó preguntas críticas sobre los derechos laborales y la gobernanza ética. ¿Podrá Arabia Saudita superar estas críticas, o se verá atrapada en controversias similares? La considerable inversión de la nación en deportes, incluidos fichajes de alto perfil en sus ligas de fútbol nacionales, puede servir como una distracción de sus problemas internos, pero queda por ver si esta estrategia generará beneficios duraderos para sus ciudadanos o simplemente atención global momentánea. Es importante no pasar por alto el entusiasmo por el fútbol entre los saudíes comunes. El país cuenta con una apasionada cultura futbolística, evidenciada por la animada atmósfera durante los partidos locales, incluida un encuentro memorable entre el Al Nassr de Cristiano Ronaldo y el Al Ittihad de Karim Benzema. Tales momentos revelan un amor profundo por el juego que podría desempeñar un papel crucial en el éxito de la Copa Mundial. A medida que nos acercamos a 2034, la narrativa en torno a Arabia Saudita como país anfitrión probablemente evolucionará. Los críticos persistirán, centrándose en los abusos de derechos humanos y las implicaciones del sportswashing, mientras que los partidarios pueden argumentar que albergar la Copa Mundial podría catalizar cambios sociales más amplios. La pregunta sigue siendo: ¿Puede el deporte ser una fuerza genuina para el bien en el Reino, impulsando el progreso en áreas tradicionalmente resistentes al cambio? En conclusión, aunque el escepticismo es justificado, también es igualmente importante reconocer el potencial de crecimiento, compromiso y reforma que conlleva albergar un evento tan monumental. A medida que Arabia Saudita entra en el centro de atención global, el mundo estará observando, no solo en busca de partidos emocionantes sino por las implicaciones más amplias de esta audaz empresa, una que podría redefinir la relación del Reino con el mundo y con sus propios ciudadanos. Los próximos años revelarán si Arabia Saudita puede transformar sus ambiciones en realidad, o si los ecos de malas acciones pasadas eclipsarán sus aspiraciones deportivas.

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