El terremoto de la península de Noto revela la necesidad urgente de apoyo a los ancianos en desastres.

El terremoto de la península de Noto revela la necesidad urgente de apoyo a los ancianos en desastres.

El terremoto de la península de Noto pone de relieve las vulnerabilidades en los sistemas de apoyo a los ancianos, revelando 247 muertes relacionadas con desastres después del sismo. Es crucial mejorar la atención.

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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El terremoto de la península de Noto ha puesto de manifiesto las vulnerabilidades que existen en nuestra población envejecida cuando ocurren desastres. Más allá de la destrucción física inmediata, las secuelas revelan una preocupación más profunda: las muertes relacionadas con desastres que no ocurren por el desastre en sí, sino por el impacto que este tiene en la salud y el bienestar posterior. Se registraron un total de 247 casos de muertes relacionadas con desastres tras el terremoto de la península de Noto, superando el número de vidas perdidas directamente debido a su fuerza destructiva. La mayoría de estos trágicos resultados se dieron entre individuos de 80 años o más, subrayando la urgente necesidad de sistemas de apoyo mejorados para nuestros ciudadanos mayores. Al analizar el informe compilado por un panel de expertos del gobierno, queda claro que el enfoque debe cambiar de los lugares físicos de apoyo—como los centros de evacuación—hacia los individuos mismos. El informe enfatiza que un enfoque colaborativo entre los sectores público y privado es vital para garantizar que todos los miembros de la comunidad, particularmente los ancianos y aquellos que viven de manera independiente, reciban la asistencia adecuada durante y después de los desastres. Uno de los hallazgos significativos del informe destacó las lagunas en el apoyo que dejaron a muchos individuos vulnerables varados en sus hogares, enfrentando condiciones de salud deterioradas sin acceso a la atención necesaria. Se han reportado casos en los que residentes ancianos con discapacidades físicas quedaron sin apoyo básico de higiene durante períodos prolongados, impactando drásticamente su salud general y aumentando su susceptibilidad a infecciones. La interrupción de servicios esenciales como el suministro de agua y la atención de enfermería tras el terremoto ha exacerbado estos desafíos. Como señalaron los profesionales médicos, las condiciones sanitarias inadecuadas pueden llevar a un aumento en las tasas de infección, contribuyendo aún más al número de muertes relacionadas con desastres. Esto plantea una pregunta importante: ¿quién asume la responsabilidad de proporcionar atención de enfermería y apoyo durante momentos tan críticos? Cada prefectura ha establecido equipos de asistencia social para desastres (DWAT) compuestos principalmente por trabajadores de atención de enfermería que tienen la tarea de proporcionar apoyo inmediato en los centros de evacuación. Sin embargo, las lecciones aprendidas de la península de Noto sugieren que estos equipos también deben extender sus esfuerzos más allá de los centros de evacuación para alcanzar a los ancianos en sus hogares y en otros lugares. A la luz de estos hallazgos, es imperativo que los gobiernos creen planes de contingencia que aseguren que las instalaciones fuera del área afectada puedan acoger a quienes lo necesiten cuando los recursos locales estén abrumados o dañados. Este enfoque proactivo no es solo una necesidad logística; refleja nuestro compromiso de salvaguardar la salud y la dignidad de nuestras poblaciones más vulnerables en sus momentos de mayor necesidad. A medida que las ciudades y comunidades reflexionan sobre las implicaciones del terremoto de la península de Noto, el llamado a la acción es claro: debemos fortalecer nuestras estrategias de preparación para desastres para incorporar un apoyo integral a la población envejecida. Al hacerlo, no solo honramos las vidas perdidas, sino que también protegemos el futuro de aquellos que están más en riesgo cuando ocurre un desastre. Es hora de que la sociedad se una, asegurando que, ante la calamidad, nadie se quede atrás.

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