Juan Brignardello Vela
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Los Washington Commanders iniciaron su temporada 2024 con una derrota de 37-20 ante los Tampa Bay Buccaneers, trayendo de vuelta ecos de las luchas del año anterior. Para muchos dentro de la organización, este fue un juego marcado por frustraciones familiares que han atormentado al equipo durante demasiado tiempo. El nuevo entrenador en jefe, Dan Quinn, y el mariscal de campo novato, Jayden Daniels, enfrentaron la ardua tarea de cambiar la suerte del equipo, pero su debut juntos estuvo empañado por numerosos errores en las tres fases del juego. Era una escena que recordaba a temporadas pasadas, donde las oportunidades perdidas y los lapsos defensivos a menudo definían el rendimiento de los Commanders. A pesar de la presencia de caras nuevas—solo 21 jugadores de la plantilla del año pasado se vistieron para este juego—había una palpable sensación de déjà vu en el aire. El receptor de cuarto año, Dyami Brown, intentó marcar una nota positiva, insistiendo en que el equipo tenía una mentalidad diferente este año. "Lo que pasó el año pasado no importa", afirmó. Sin embargo, para una franquicia que ha visto su parte de temporadas decepcionantes, las palabras por sí solas pueden no ser suficientes. Los Commanders lucharon por encontrar ritmo, y los errores del juego fueron numerosos—desde un lateral desastroso en la primera jugada hasta pases mal lanzados y oportunidades perdidas que dejaron a aficionados y jugadores preguntándose qué salió mal. Quinn, siempre pragmático, reconoció las dificultades que se avecinan pero enfatizó la importancia de la lucha en el desarrollo de la identidad de un equipo. "Necesitas la lucha para ver cómo se desarrolla la identidad", dijo, reconociendo que una pérdida así es dolorosa pero quizás necesaria para el crecimiento. A pesar de las duras lecciones aprendidas, estaba claro que el equipo carecía de cohesión, particularmente en defensa, lo que permitió a Tampa Bay explotar debilidades y mantener a los Commanders a la defensiva. Los Buccaneers dominaron el tiempo de posesión, convirtiendo terceros downs cruciales que mantuvieron a la defensa de Washington en el campo durante casi 34 minutos. Quinn señaló que este fue el meollo del juego, y era difícil discutir su evaluación. Baker Mayfield atravesó la secundaria de los Commanders con facilidad, lanzando para 289 yardas y cuatro touchdowns. Los backs defensivos de Washington lucharon por contener a los receptores de Tampa Bay, lo que llevó a varios colapsos que resultaron en oportunidades de anotación fáciles para los Buccaneers. La ofensiva, aunque mostró destellos de promesa a través de la habilidad de carrera de Daniels—quien lideró al equipo con 88 yardas por tierra—fue en gran medida ineficaz por aire. El mariscal de campo novato enfrentó presión constante, lo que llevó a dos balones sueltos y una actuación de pase apagada. McLaurin, el receptor estrella de Washington, expresó paciencia y determinación, afirmando que había aprendido a controlar lo que podía mientras el equipo navegaba sus desafíos. Complicando las luchas del equipo estaba la incertidumbre que rodeaba su juego de patadas. Cade York, quien había sido traído para reemplazar a Brandon McManus, no logró convertir ningún gol de campo y cometió un costoso error en un despeje que permitió a Tampa Bay establecerse para otra serie de anotación. La reacción de Quinn sugirió que este problema necesitaría atención inmediata mientras el equipo se preparaba para su próximo juego. A pesar de los contratiempos, surgieron algunos aspectos positivos, como la alentadora actuación del tackle novato Brandon Coleman y la contribución efectiva del dúo de Robinson y Austin Ekeler en el backfield. Sin embargo, para muchos dentro de la organización, la realidad de una temporada que se siente como una repetición de fracasos pasados pesa mucho. A medida que los Commanders se reagrupan y se preparan para su primer partido en casa contra los New York Giants, la urgencia de aprender de sus errores es palpable. Quinn sabe que la mejora no vendrá de la noche a la mañana, y enfatizó que debe ser un esfuerzo colectivo para asegurarse de que no repitan los errores que llevaron a su decepcionante inicio de temporada. "Si no se aprenden estas lecciones... entonces cometeremos los mismos errores", advirtió. Con la presión aumentando y una larga temporada por delante, los jugadores y el cuerpo técnico de Washington necesitarán profundizar en sus recursos para redefinir su narrativa y crear una nueva identidad—una que espera liberarse de las cadenas del pasado.