Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La reciente extensión del contrato de Leon Draisaitl con los Edmonton Oilers, valorada en la asombrosa cifra de 112 millones de dólares por ocho años, ha encendido una conversación significativa en la NHL: ¿Qué significa esto para el futuro de Connor McDavid y sus próximas negociaciones contractuales? El promedio anual de Draisaitl de 14 millones de dólares es el más alto en la historia de la NHL, solo superado por el legendario contrato de Alex Ovechkin de 2008. Con este acuerdo histórico, surgen preguntas no solo sobre cuánto podría exigir McDavid, sino también sobre cómo los Oilers navegarán las implicaciones financieras de salarios tan elevados. A medida que el tope salarial aumenta significativamente después de años de estancamiento inducido por la pandemia, el panorama financiero de la NHL ha cambiado drásticamente. Esta pasada temporada baja, el tope salarial aumentó más del 5%, alcanzando los 88 millones de dólares, con proyecciones que sugieren que podría ascender a al menos 92.4 millones de dólares para la temporada 2025-26, coincidiendo con el inicio del nuevo contrato de Draisaitl. Dado este contexto, el contrato de Draisaitl es notablemente representativo del porcentaje del tope salarial, lo que se alinea con los contratos recientes firmados por Nathan MacKinnon y Auston Matthews. Cada uno de estos contratos no solo refleja el rendimiento de cada jugador en el hielo, sino que también es una respuesta a un entorno salarial que cambia rápidamente. El acuerdo de Draisaitl, aunque increíblemente lucrativo, lleva a la inevitable comparación con McDavid. El capitán de los Oilers ha elevado aún más la vara con un contrato que representaba el 15.72% del tope salarial cuando se firmó en 2017. A medida que McDavid se acerca a su próxima negociación contractual, la pregunta persiste: ¿Podemos esperar que se conforme con menos del 16% del tope? La respuesta probablemente se inclina hacia el "no". Los datos históricos muestran que pocos contratos han superado el umbral del 15% del tope salarial en la última década, lo que hace que la situación de McDavid sea única. Los únicos precedentes relevantes para contratos que superan esta marca provienen de otra era del hockey, donde el panorama financiero era marcadamente diferente. Contratos como los firmados por Ovechkin, Sidney Crosby y Vincent Lecavalier a mediados de la década de 2000 reflejan una época pasada en la que las negociaciones salariales operaban bajo diferentes restricciones y expectativas. De cara al futuro, el próximo contrato de McDavid podría comenzar con un mínimo de 15.25 millones de dólares según las proyecciones del tope salarial, pero la verdadera expectativa es que supere esa cifra. Extrapolando del contrato de Draisaitl, es concebible que McDavid pudiera exigir un salario superior a 19 millones anuales si ingresara a la agencia libre sin restricciones. Esta suma potencial plantea preocupaciones sobre la flexibilidad del tope salarial de los Oilers, especialmente con solo cinco jugadores más bajo contrato para la temporada 2026-27 y la inminente necesidad de firmar a estrellas en ascenso como Evan Bouchard. Las proyecciones financieras sugieren que el dúo de McDavid y Draisaitl podría costar a Edmonton más de 30 millones, lo que ejercería una presión significativa sobre el resto de la plantilla. Los Oilers deberán avanzar con cautela mientras equilibran la seguridad de sus jugadores estrella con el objetivo más amplio de mantener un equipo competitivo. La prioridad debe ser asegurar primero a sus superestrellas y luego trabajar hacia atrás para completar la plantilla, una estrategia que es poco convencional pero quizás necesaria en el clima actual. A medida que los contratos y las expectativas evolucionan, las implicaciones más amplias para la estructura financiera de la NHL son evidentes. Las próximas negociaciones laborales, junto con la posibilidad de otro acuerdo del CBA, podrían influir en la decisión de McDavid de buscar un contrato a largo plazo. Si los Oilers logran capturar la codiciada Copa Stanley antes de que él firme una extensión, las motivaciones de McDavid podrían cambiar, llevándolo potencialmente a querer finalizar un acuerdo que asegure su legado en Edmonton. Al final, el contrato de Draisaitl ha remodelado indudablemente la conversación sobre los salarios de los jugadores, especialmente para McDavid, quien se destaca como una anomalía en términos de talento y logros. Las expectativas son altísimas, y cualquier cifra que McDavid exija probablemente será considerada una ganga dada su contribución inigualable al juego. Mientras los aficionados esperan con ansias el drama que se despliega en las negociaciones contractuales, una cosa queda clara: las apuestas nunca han sido tan altas para el jugador y la franquicia.