La escena del tatuaje en Nueva York: un viaje colorido de la rebeldía a la expresión artística.

La escena del tatuaje en Nueva York: un viaje colorido de la rebeldía a la expresión artística.

La cultura del tatuaje en Nueva York refleja resiliencia y creatividad, evolucionando de un estigma a un arte celebrado, destacado por artistas como Michelle Myles.

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Mundo

A medida que el vibrante pulso de la ciudad de Nueva York sigue resonando en sus calles, el mundo del tatuaje se erige como un testimonio de la rica y tumultuosa historia de la ciudad. Con raíces que se remontan a mediados del siglo XIX, el arte del tatuaje en Nueva York encarna una narrativa de resiliencia, creatividad y, a veces, rechazo social. Durante décadas, los tatuajes a menudo se asociaron con grupos marginales—vistos como insignias de rebelión para renegados, criminales, artistas de ferias, motociclistas y punks. Sin embargo, a través de estos estigmas, ha emergido una cultura vibrante que refleja la esencia de la ciudad misma. A la vanguardia de este renacimiento se encuentra Michelle Myles, una artista del tatuaje cuya trayectoria comenzó en la ciudad en 1991. Junto a su pareja Brad Fink, Myles es copropietaria de Daredevil Tattoo, un establecimiento querido situado en el Lower East Side. Más que un simple estudio de tatuajes, Daredevil sirve como un nexo para la historia del tatuaje en la ciudad, con Myles compartiendo apasionadamente su experiencia como guía turística licenciada. Sus recorridos a pie por el Bowery—que alguna vez fue un centro de arte del tatuaje—ahondan en las narrativas de aquellos que allanaron el camino para el tatuaje americano moderno. La importancia del Bowery en la historia del tatuaje no puede ser subestimada. Myles recordó con entusiasmo el momento clave en 1891 cuando se patentó la primera máquina de tatuar eléctrica justo allí en el Bowery. Fue un cambio de juego que impulsó el oficio del tatuaje hacia adelante. Además, destacó a Martin Hildebrandt, reconocido como el primer artista del tatuaje profesional en los Estados Unidos; él abrió sus puertas en 1858 a un corto paseo de la bulliciosa avenida del Bowery. Tales historias no son meras notas al pie en la historia; capturan el espíritu de una ciudad que ha abrazado lo inconvencional durante mucho tiempo. El pasado fin de semana, la Convención de Artes del Tatuaje de Nueva York en Terminal 5 mostró la autenticidad vibrante de esta forma de arte. La convención atrajo a entusiastas del tatuaje, artistas y curiosos por igual, todos ansiosos por celebrar la tinta en sus diversas formas. El evento no solo permitió a los artistas exhibir sus habilidades, sino que también sirvió como un recordatorio de cuánto ha avanzado el tatuaje—de estudios secretos a formas de arte celebradas y reconocidas en todo el mundo. A medida que el estigma que rodea a los tatuajes sigue desvaneciéndose, la ciudad que dio vida a la escena del tatuaje americano moderno sigue siendo un lienzo significativo para el arte. La evolución del tatuaje refleja cambios sociales y una creciente aceptación de la autoexpresión en todas sus formas. Para muchos, los tatuajes han pasado de ser símbolos de rebeldía a expresiones de identidad y arte, entrelazando historias personales en el mismo tejido de la ciudad. Las palabras de Myles resuenan profundamente: Nueva York no es solo el lugar de nacimiento del tatuaje moderno; es una galería viviente, un santuario para la creatividad y la individualidad. A medida que la comunidad del tatuaje florece, se vuelve claro que la tinta que marca nuestra piel también es un puente que une nuestro pasado, presente y futuro—una celebración de quienes somos como individuos y como una ciudad que prospera en la diversidad y la aceptación.

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