Juan Brignardello Vela
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En el mundo de la música, los legados a menudo están moldeados tanto por la suerte como por el talento. Tal es el caso de la compositora italiana Carolina Uccelli, un nombre que puede que no resulte familiar para muchos a pesar de sus prometedores inicios. Nacida en Florencia en 1810 y fallecida en la misma ciudad en 1858, Uccelli era un talento en ciernes que recibió estímulo de nada menos que el gran Rossini. La carrera temprana de Uccelli mostraba promesa, con su primera ópera, "Saul", completada cuando apenas tenía 20 años. Sin embargo, sería su segunda ópera, "Anna di Resburgo", la que llegaría a definir su legado, aunque no de la manera que ella había esperado. Estrenada en Nápoles en 1835, la ópera enfrentó una dura competencia de la renombrada "Lucia di Lammermoor" de Donizetti, la cual eclipsó el trabajo de Uccelli a pesar de que ambas óperas presentaban sopranos de carácter fuerte ambientadas en el campo escocés. "Anna di Resburgo" luchó por hacerse un lugar y fue rápidamente relegada al olvido después de solo dos representaciones. La carrera de Uccelli tomó un rumbo diferente al enfocarse en canciones y giras con su hija, Emma, sin componer nunca otra ópera. La partitura de "Saul" se perdió en el tiempo, y "Anna" se encontraba acumulando polvo en una biblioteca napolitana, aparentemente olvidada. Sin embargo, gracias a los esfuerzos de Will Crutchfield, un respetado especialista en bel canto y fundador del Teatro Nuovo, la ópera olvidada de Uccelli ha sido resucitada. Tras transcribir meticulosamente las 600 páginas de la partitura de Uccelli, la compañía de Crutchfield revivió "Anna di Resburgo" con una cautivadora actuación de concierto en la Universidad Estatal de Montclair. Esta resurrección arroja luz sobre el talento oculto de Uccelli y subraya la importancia de reconocer a compositores pasados por alto, especialmente mujeres en un campo dominado por hombres. La ópera está lista para encantar a las audiencias en el Teatro Rose en Manhattan, ofreciendo a los amantes de la ópera una rara oportunidad de presenciar una pieza de la historia musical que ha sido amorosamente restaurada con experiencia y cuidado. La historia de Uccelli sirve como un recordatorio conmovedor de que el talento no conoce límites y de que incluso las joyas perdidas del pasado merecen tener su momento de brillar en el escenario una vez más.