La música como trampolín: artistas que se convierten en marcas personales

La música como trampolín: artistas que se convierten en marcas personales

Artistas contemporáneos han evolucionado de intérpretes a marcas, priorizando su imagen sobre la música, lo que genera un nuevo dilema para sus fans.

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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En el mundo de la música contemporánea, cada vez es más común observar a artistas que han trascendido su papel original como intérpretes para convertirse en verdaderas marcas personales. Esta evolución plantea la interrogante sobre el verdadero propósito detrás de su arte: ¿es la música un medio para expresar emociones, o simplemente una vía para alcanzar una fama que les permita diversificar sus ingresos en un mercado cada vez más competitivo? Músicos como Miguel Bosé, Rosalía e Isabel Pantoja, entre otros, han demostrado que su presencia mediática va mucho más allá de sus melodías. Las entrevistas a estas celebridades rara vez se centran en su música. En lugar de discutir sobre sus obras, los periodistas suelen indagar en su vida personal, en anécdotas y en detalles sobre su estilo de vida. Esto podría parecer frustrante para quienes valoran el proceso creativo y esperan que los artistas se abran sobre su trabajo. Sin embargo, para muchos de estos músicos, esto no es un inconveniente, sino una estrategia deliberada. A menudo, ellos buscan construir una imagen pública que abarque diversos aspectos de sus vidas, lo que les permite conectar con su audiencia de una manera más profunda y multifacética. Santi Carrillo, director de Rockdelux, ha sido claro al respecto: los artistas de hoy no están interesados en ofrecer explicaciones sobre sus procesos creativos, sino en cultivar una imagen que les permita atraer seguidores no solo por su música, sino por su estilo de vida y personalidad. Este fenómeno se ha vuelto casi imperceptible, pero su impacto en la percepción pública de estos artistas es innegable. La música se convierte, entonces, en un simple vehículo de promoción, un primer paso que les abre las puertas a un mundo de oportunidades empresariales. Artistas como Taylor Swift han sabido jugar sus cartas con astucia. A través de sus letras, comparte fragmentos de su vida personal, lo que a su vez alimenta la curiosidad de sus fans y les hace sentir una conexión más íntima. Pero no se detiene ahí; su éxito se ha trasladado a líneas de moda, muñecas y perfumes. De esta manera, ha logrado construir un imperio que va mucho más allá de la industria musical. Harry Styles también ha seguido este camino, lanzando su propia marca, Pleasing, que no solo refleja su estilo, sino que se convierte en un símbolo de un determinado estilo de vida. Rihanna es quizás el ejemplo más extremo de este fenómeno. Consciente de su estrellato, ha optado por enfocarse en su exitosa línea de cosméticos y lencería, dejando a un lado la música. Para ella, la pregunta es clara: ¿por qué sacrificar su tiempo y energía en entrevistas que podrían no aportar valor a su carrera empresarial? La música, en su caso, ha sido un trampolín hacia otros horizontes, y se ha alejado de los convencionalismos que antaño definían la carrera de un cantante. En España, la situación no es diferente. Muchos artistas locales también han optado por este enfoque multifacético, donde la música es solo una de las muchas caras de su identidad pública. La atención mediática se ha desplazado, y aquellos que buscan conocer más sobre su proceso artístico se encuentran en una lucha constante. La conexión emocional que se desarrolla entre un artista y su público se ve opacada por la estrategia de marca personal. No obstante, es importante no perder de vista el hecho de que muchos de estos músicos aún tienen seguidores que aprecian genuinamente su trabajo. Para ellos, las canciones representan un refugio emocional y una forma de expresión auténtica. Sin embargo, su deseo de entender las motivaciones artísticas detrás de sus temas se encuentra a menudo insatisfecho, ya que los artistas prefieren hablar de su vida cotidiana antes que de sus creaciones. El dilema se complica aún más cuando consideramos que, en este nuevo paradigma, la música se convierte en un mero eslabón en una cadena mucho más larga de oportunidades comerciales. Ya no son solo artistas, sino empresarios que buscan maximizar su potencial en un mercado globalizado. Al final del día, la música puede ser un desencadenante de fama, pero el juego real se juega en el ámbito de las marcas y la imagen pública. Por lo tanto, los seguidores de estos artistas deben aceptar un nuevo acuerdo: admirar el arte de quienes eligen no ser meramente artistas. La música se ha transformado en un componente de una identidad mucho más amplia, y aunque a algunos les pueda parecer que se sacrifica la esencia del arte, para muchos músicos, esta es la nueva realidad en la que deben navegar. La pregunta es si esta estrategia les permitirá mantener la conexión emocional con sus fans mientras continúan expandiendo su influencia en el mundo.

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