Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
Mientras los ojos del mundo se dirigen a París, donde se celebran los Juegos Olímpicos de 2024, un deporte en particular ha llamado la atención, no solo por la destreza atlética que exige, sino también por la conexión emocional que se establece entre jinete y caballo en la doma. Este arte, que muchos consideran una "danza del caballo", requiere no solo habilidad técnica sino también una profunda comprensión del animal con el que se trabaja. A medida que las competiciones avanzan, el debate sobre la ética en el entrenamiento de los caballos se intensifica, especialmente tras un reciente escándalo que ha sacudido el mundo de la doma. El evento en París no está exento de controversias. Recientemente, un video perturbador de una conocida amazona utilizando un látigo de manera excesiva durante una sesión de entrenamiento ha encendido los ánimos entre los aficionados y defensores de los derechos de los animales. Muchos sostienen que la doma debe ser una expresión de armonía y respeto mutuo, y no de coerción. Este incidente ha llevado incluso a la renuncia de Charlotte Dujardin, una de las figuras más destacadas de la disciplina, lo que ha dejado un vacío en el equipo británico que será llenado por su reserva, Becky Moody. Becky Moody, con una trayectoria notable, está lista para asumir la responsabilidad de preparar a su caballo, Jagerbomb, para la competencia. Moody, de 44 años, ha trabajado durante años para transformar a este caballo de un potro que inicialmente no prometía en un competidor cotizado en el circuito. Su historia es un testimonio de cómo la paciencia y la dedicación son fundamentales para enseñar a un caballo a bailar, una tarea que se asemeja más a la educación de un artista que a la simple domesticación de un animal. Encontrar el caballo adecuado es el primer paso. Moody no tuvo la fortuna de comprar un campeón, sino que se dedicó a criar y entrenar a Jagerbomb desde joven. A pesar de que su caballo no mostró habilidades sobresalientes al principio, Moody vio el potencial en él. Fue solo a los seis años cuando Jagerbomb reveló su verdadero talento al ejecutar movimientos que deslumbraron a su jinete, convirtiéndose en una estrella en ascenso del deporte. El entrenamiento de doma es un proceso riguroso y delicado. Moody entrena a sus caballos tres o cuatro veces por semana, limitando las sesiones a 40 minutos para evitar la fatiga y el aburrimiento, ya que, como señala Laura Tomlinson, los caballos son como niños: necesitan estímulos para mantener su interés. La formación comienza con movimientos básicos y, a medida que el caballo se familiariza con estos, se introducen movimientos más complejos que requieren un alto grado de comunicación y conexión entre jinete y caballo. Una herramienta sorprendente en este proceso es el espejo, que Moody utiliza para corregir la postura de Jagerbomb y asegurar que ambos se alineen en la ejecución de sus movimientos. Este método no solo es práctico, sino que también ayuda a desarrollar una mayor conciencia corporal y una conexión visual que es esencial para cualquier actuación artística. Además de los aspectos técnicos, la presentación también juega un papel crucial en la doma. Los jueces, aunque no evalúan la apariencia de los caballos y jinetes, son humanos y sus decisiones pueden ser influenciadas por la estética visual. Moody ha tomado medidas que van desde la trenzado de la crin hasta el uso de extensiones en la cola de Jagerbomb, asegurándose de que su caballo se vea lo mejor posible durante las competiciones. La música es otro componente vital, especialmente durante la prueba de estilo libre, donde los jinetes se permiten mostrar no solo su habilidad técnica, sino también su creatividad. Moody trabaja con un compositor para crear una banda sonora que complemente la rutina coreografiada, ajustando los movimientos de Jagerbomb a melodías que refuercen la temática de su actuación. En su caso, un popurrí de éxitos de Tom Jones servirá como telón de fondo, un enfoque que, aunque poco convencional, resuena con la personalidad de su caballo y promete ofrecer una actuación memorable. A medida que los Juegos Olímpicos se desarrollan, la doma sigue siendo un espectáculo que fusiona el arte con el atletismo. Sin embargo, la última controversia ha planteado preguntas importantes sobre el tratamiento de los caballos en el deporte. La conexión que se establece entre jinete y caballo no solo es fundamental para el éxito en la pista, sino que también debe estar basada en el respeto y el amor, elementos que deben prevalecer sobre cualquier ambición de victoria. La comunidad ecuestre tiene la responsabilidad de asegurar que la doma no se convierta en un mero espectáculo, sino que continúe siendo una celebración de la relación única entre el ser humano y el caballo.