El trumpismo: un fenómeno inquietante que redefine la política estadounidense

El trumpismo: un fenómeno inquietante que redefine la política estadounidense

El trumpismo trasciende a Trump, mezclando ideologías que amenazan la democracia con racismo y oligarquía, desafiando el futuro político de EE.UU.

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Donald Trump se ha convertido en la figura más notoria de un movimiento político y social que trasciende su propia personalidad. Los analistas han comenzado a catalogar el fenómeno del trumpismo con términos que evocan las sombras de regímenes históricos, sugiriendo que sus raíces son tan profundas como preocupantes. La caracterización de este movimiento político como fascista, o al menos con rasgos de tal, invita a una reflexión más profunda sobre las corrientes ideológicas que lo alimentan y las fuerzas sociales que lo respaldan. En este complejo paisaje, es fundamental no caer en la tentación de analizar a Trump solo a través del prisma de su ego, sino entender la estructura ideológica que lo sostiene. El trumpismo no es una mera colección de inconsistencia o pragmatismo cínico; es, en su esencia, una concepción del mundo, una reimaginación del orden democrático que busca reemplazarlo con un sistema oligárquico y racista. Se manifiesta en diversas corrientes, desde el nacionalismo cristiano hasta las ideas de una "Ilustración oscura" que propugna un cambio radical en la política estadounidense. Este último término, acuñado por ideólogos como Curtis Yarvin, sugiere que la democracia ha fracasado y que es momento de un "reseteo" en el que se privilegie a una élite corporativa en detrimento del voto popular. Entre los nombres que se han destacado como gurús del trumpismo, se encuentra D. Vance, actual vicepresidente de los Estados Unidos. Aunque su enfoque es más pragmático que ideológico, sus políticas reflejan un claro alineamiento con las posturas más extremas del trumpismo. Vance ha denunciado abiertamente el aborto y las uniones homosexuales, y su retórica hacia inmigrantes y la ayuda a Ucrania resuena con el discurso de una clase política que busca consolidar su poder a expensas de los derechos humanos y la democracia. Mientras tanto, la voz de Curtis Yarvin, quien se presenta como el puente entre el pensamiento anarquista y el corporativismo extremo, defiende una visión donde la democracia es vista como una forma de populismo que ha fracasado. La idea de que los "grandes hombres" son los verdaderos motores de la historia, en contraposición a las fuerzas impersonales de la sociedad, refleja un pensamiento elitista que busca justificar la concentración del poder en manos de unos pocos. En el ámbito mediático, Tucker Carlson ha emergido como el vocero más prominente de este nuevo orden. Su plataforma en Fox News le ha permitido difundir discursos que normalizan el racismo, el machismo y la homofobia, alimentando una narrativa de división y resentimiento. Su defensa de Trump y su constante ataque a movimientos como Black Lives Matter son indicativos de cómo la retórica del trumpismo se ha institucionalizado en los medios de comunicación más influyentes del país. Por otro lado, la influencia del nacionalismo cristiano, representada por figuras como Paula White, va en aumento. Este movimiento busca convertir a Estados Unidos en un bastión del cristianismo, desafiando los principios de la Primera Enmienda. La declaración de principios de 2022, que aboga por un enfoque centrado en la moral cristiana en todas las áreas de la vida pública, no solo es un intento de imponer una ideología religiosa sobre el estado, sino también de consolidar un poder político que excluye a las minorías. Además, la aristocracia tecnofinanciera, que incluye a figuras como Elon Musk y Peter Thiel, desempeña un papel crucial en esta nueva configuración del poder. Sus visiones antiliberales y su deseo de controlar tanto la economía como la política indican una peligrosa convergencia entre el capital y el autoritarismo. Esta élite no ve la necesidad de una democracia representativa, sino que aboga por una gobernanza corporativa que, según sus argumentos, sería más eficiente y menos propensa a los "errores" del electorado. La obra de Patrick Deneen, quien ha criticado al liberalismo por su fracaso sistémico, ha encontrado eco en un sector del electorado que se siente frustrado con las promesas no cumplidas de la democracia liberal. Deneen sostiene que las contradicciones del liberalismo han generado patologías sociales que deben ser remediadas no con más liberalismo, sino con un cambio radical hacia una política que se despoje de sus principios democráticos tradicionales. Como se puede apreciar, el trumpismo no es simplemente un fenómeno temporal o un capricho político. Es el resultado de un conglomerado de ideologías que buscan reconfigurar el panorama político estadounidense en un sentido que puede resultar profundamente intimidante. Con asesores, ideólogos y figuras mediáticas que sustentan este movimiento, se dibujan líneas que separan la democracia de un futuro incierto, donde la oligarquía, el racismo y el autoritarismo podrían convertirse en la norma. La combinación de estas corrientes no solo desafía el orden establecido, sino que también plantea serias preguntas sobre el futuro de la democracia en Estados Unidos y su papel en el mundo.

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