Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En los últimos años, Estados Unidos ha enfrentado una ola sin precedentes de desastres naturales que ha dejado una marca significativa no solo en las comunidades afectadas, sino también en el mercado de la vivienda en general. Huracanes, incendios forestales, inundaciones y otras calamidades han resultado en la pérdida de vidas, una destrucción masiva y han obligado a millones a evacuar sus hogares. A medida que estos desastres se vuelven más frecuentes y severos—frecuentemente atribuidos al cambio climático—muchas regiones están lidiando con las ramificaciones a largo plazo sobre la disponibilidad de vivienda, los costos del seguro y los precios de alquiler. Inicialmente, las secuelas de un desastre natural a menudo traen una caída brusca en los precios de las viviendas, ya que los posibles compradores dudan en invertir en áreas asociadas con el riesgo. Por ejemplo, el impacto del huracán Irma en Florida en 2017 vio caer las ventas de viviendas un 50 por ciento. Este shock inmediato en el mercado puede tardar en disminuir, creando un período de inestabilidad donde la confianza en el mercado de la vivienda se debilita. Sin embargo, en medio de la tormenta, a menudo surgen inversores oportunistas, buscando adquirir propiedades a precios significativamente reducidos. A medida que se asienta el polvo, la psicología de los compradores de vivienda comienza a cambiar. Cada vez más, los futuros propietarios consideran el riesgo de desastres naturales como un factor crítico en su proceso de toma de decisiones. Este cambio tiende a aumentar los precios generales de las viviendas, ya que la demanda se mantiene, aunque con un enfoque más cauteloso. Los esfuerzos de reconstrucción también pueden llevar a un aumento en los valores de las propiedades, como se vio en Fort Myers, donde los precios de las viviendas aumentaron en un tercio después de la devastación causada por el huracán Charley en 2024. En áreas como Los Ángeles, donde los incendios forestales han devastado más de 12,000 estructuras, incluyendo aproximadamente 6,000 hogares, las implicaciones de una escasez de vivienda son profundas. La escasez existente de viviendas asequibles se ha visto exacerbada por la reciente destrucción, lo que ha llevado a un aumento vertiginoso en los precios de las viviendas y los alquileres. Los residentes desplazados, en busca de alojamientos temporales, han reportado aumentos de alquiler del 50 al 70 por ciento, a pesar de las leyes contra la especulación de precios. Esta crisis ha llevado a muchos residentes a trasladarse a otras áreas metropolitanas, como Las Vegas y Phoenix, escapando de los crecientes costos de vida. El panorama nacional del seguro también siente la presión; en 2024, las primas promedio de seguros de vivienda vieron un aumento del 6 por ciento, con estados como California y Florida experimentando los incrementos más significativos. En California, algunos propietarios enfrentaron aumentos de tarifas tan altos como el 34 por ciento debido a los riesgos de incendios forestales. Además, con el aumento de las no renovaciones y cancelaciones de pólizas en áreas de alto riesgo, mantener una cobertura de seguro adecuada se está volviendo cada vez más difícil para muchos. El costo emocional de tales desastres no puede subestimarse. El shock inicial y el duelo continuo asociado con la pérdida de hogares y pertenencias queridas pueden llevar a una profunda ansiedad y un sentido de vulnerabilidad. Las ramificaciones psicológicas pueden perdurar, afectando la salud mental y física. El apoyo comunitario, el asesoramiento profesional y un sentido compartido de propósito son vitales durante estos tiempos desafiantes, mientras los individuos navegan su duelo y trabajan hacia la recuperación. A medida que las personas buscan distanciarse psicológicamente del trauma de un desastre, los patrones de migración también pueden cambiar. El impulso de dejar atrás no solo un espacio físico sino también recuerdos dolorosos puede llevar a las personas a buscar nuevos comienzos en otros lugares. En conclusión, la interacción entre los desastres naturales y el mercado de la vivienda refleja una compleja red de factores emocionales, económicos y sociales. A medida que las comunidades trabajan para reconstruirse y recuperarse, las implicaciones a largo plazo de estos desastres continuarán moldeando la dinámica de la vivienda en todo el país. La necesidad de políticas adaptables y sistemas de apoyo proactivos nunca ha sido más urgente en una era donde la frecuencia y la intensidad de los desastres naturales se han convertido en una realidad demasiado común.