Juan Brignardello Vela
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El mandato de Trent Dilfer como entrenador en jefe del programa de fútbol de la Universidad de Alabama en Birmingham (UAB) ha sido tumultuoso, con el ex campeón del Super Bowl enfrentando desafíos significativos desde su llegada. Su segunda temporada terminó con un desastrozo récord de 3-9, marcando el peor desempeño del programa desde 2013. Este declive se produjo en medio de una serie de deslices de relaciones públicas autoinfligidos y dificultades en el campo, incluyendo una racha de seis derrotas consecutivas y tres pérdidas por más de 30 puntos. Los problemas de salud de Dilfer agravaron las dificultades de la temporada; se sometió a un procedimiento de fusión cervical en noviembre, lo que lo dejó temporalmente fuera de combate. Sin embargo, a pesar de las crecientes derrotas y la disminución de la asistencia en el Protective Stadium, el director atlético de UAB, Mark Ingram, decidió mantener a Dilfer, una decisión que ha sido recibida con controversia y escepticismo. La fe de Ingram en Dilfer parece inquebrantable, pero muchos aficionados cuestionan la lógica de mantener a un entrenador que ha tenido dificultades para ofrecer resultados. Esta temporada baja no ha estado exenta de dificultades. La clase de reclutamiento de UAB para 2025 ocupa actualmente el puesto 133 a nivel nacional, detrás de varios programas de FCS y solo ligeramente por delante de un equipo de la American Athletic Conference. La salida de talento ha sido significativa, con 29 jugadores ingresando al portal de transferencias desde que se abrió en diciembre, dejando a UAB en la necesidad de reconstruir su plantilla. Sin embargo, han dado la bienvenida a 21 transferencias, incluyendo jugadores clave como Josh Baka, el principal tacleador de Kent State. Dilfer se mantiene optimista, citando la resiliencia de los jugadores que regresan y que terminaron la temporada de manera sólida a pesar de las difíciles circunstancias. Reconoce el desafío de navegar en un paisaje volátil del fútbol universitario, donde las plantillas son cada vez más fluidas debido a la dinámica del portal de transferencias y las implicaciones del NIL. La temporada pasada estuvo marcada por derrotas embarazosas y errores de relaciones públicas que alienaron aún más a una base de aficionados ya recelosa de la dirección del programa. Los comentarios de Dilfer durante las conferencias de prensa sobre la asistencia de los medios y sus observaciones sobre otros programas hicieron poco para ganarse a un público ya escéptico. Desde entonces, ha expresado su arrepentimiento por esos momentos, reconociendo que sus palabras fueron malinterpretadas en medio de una cultura de mayor escrutinio debido al desempeño del equipo. El estilo de entrenamiento de Dilfer ha generado reacciones mixtas. Mientras que algunos jugadores aprecian su enfoque práctico y su experiencia, otros han pedido un estilo de liderazgo más intenso. Esta discrepancia destaca una posible división en las expectativas que Dilfer debe superar si espera revertir la situación del programa. Los cambios comienzan desde arriba, con Dilfer despidiendo a varios miembros de su cuerpo técnico en busca de una estrategia más efectiva. Ha traído a entrenadores experimentados, como Steve Russ, para ayudar a reconstruir el lado defensivo. El objetivo es crear una unidad más cohesiva capaz de competir en la desafiante American Athletic Conference, que presenta un calibre de competencia diferente. A medida que los Blazers se preparan para la próxima temporada, la gran pregunta sigue siendo: ¿puede Dilfer transformar el fútbol de UAB en una fuerza competitiva una vez más? Con un contrato que se extiende hasta 2027, tiene tiempo para implementar su visión, pero el margen de error es estrecho. Los aficionados están ansiosos por un cambio, y la presión recae directamente sobre Dilfer para ofrecer resultados en 2025. El tiempo corre, y los ojos de Birmingham están observando de cerca.