
Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.




En el mundo del deporte, los récords a menudo sirven como puntos de referencia del logro humano, con muchos que resisten la prueba del tiempo, mientras que otros se desmoronan ante la presión del talento emergente. A medida que los atletas continúan empujando los límites del rendimiento, ciertos récords han adquirido un estatus casi mítico, lo que ha provocado discusiones sobre su potencial para perdurar. Tomemos el notable caso del récord de goles en la NHL de Wayne Gretzky, considerado durante mucho tiempo como sagrado con 894 goles. Durante más de tres décadas, parecía inquebrantable hasta que Alexander Ovechkin, ahora de 39 años, grabó su nombre en los anales de la historia del hockey al superar ese hito en abril de 2023. Sin embargo, el dominio de Gretzky persiste; mantiene varios récords que son casi universalmente reconocidos como intocables, como sus asombrosas 1,963 asistencias en su carrera. Los récords en el deporte a menudo reflejan no solo el brillo individual, sino la confluencia de habilidad, tiempo y, a veces, pura suerte. Un ejemplo de ello es el récord mundial del gol más largo anotado: una notable distancia de 96.01 metros por Tom King del Newport County en 2021. El disparo de King desde un saque de meta, ayudado por un rebote favorable y el viento, superó el récord anterior que poseía Asmir Begovic. Lograr un gol de esa distancia nuevamente requeriría una tormenta perfecta de condiciones, lo que lo convierte en una marca formidable para cualquier portero futuro. En el fútbol, un evento extraño pero récord ocurrió en noviembre de 2002 cuando el Stade Olympique de l'Emyrne anotó 149 goles en propia puerta contra el AS Adema en una protesta contra decisiones arbitrales. Este marcador, indicativo de medidas extremas y narrativas dramáticas, ha dejado una impresión duradera en el deporte, marcando un episodio surrealista que difícilmente se puede replicar. La natación ha sido testigo de su parte de leyendas, entre ellas Michael Phelps, quien ostenta un récord sin precedentes de 23 medallas de oro olímpicas. Su capacidad para sobresalir en diversas disciplinas y distancias hace que la posibilidad de que alguien iguale su total parezca poco realista, a pesar de la aparición de nadadores talentosos como Katie Ledecky y Caeleb Dressel. Incluso con la introducción potencial de nuevos eventos en futuras Olimpiadas, el récord de Phelps sigue siendo un desafío formidable. De manera similar, el asombroso tiempo de 10.49 segundos de Florence Griffith Joyner en los 100 metros, establecido en 1988, continúa eludiendo incluso a los velocistas más élite de hoy. La controversia en torno a su récord, derivada de lecturas de viento que han puesto en duda su legitimidad, no ha disminuido su estatus como un estándar dorado en atletismo, un recordatorio de la delicada interacción entre la habilidad humana y los factores ambientales. En tenis, el Golden Grand Slam de Steffi Graf en 1988—ganar los cuatro torneos importantes y el oro olímpico en un solo año—se erige solo. La rareza de que los Juegos Olímpicos ocurran cada cuatro años añade una capa de dificultad a la búsqueda de este récord, convirtiéndolo en un hito aparentemente eterno. Mientras tanto, en baloncesto, el legendario partido de 100 puntos de Wilt Chamberlain sigue siendo un pináculo de anotación individual. Logrado en una era sin línea de tres puntos, pueden persistir preguntas sobre la autenticidad del juego, sin embargo, la cantidad de puntos anotados lo ha convertido en un referente que aún no se ha igualado en la era moderna. LeBron James, actualmente en su 22ª temporada, ha tomado el título de máximo anotador de todos los tiempos, superando el récord de Kareem Abdul-Jabbar de 39 años. Como el primer jugador en superar los 50,000 puntos combinados en la NBA, la durabilidad y habilidad de James han reescrito la narrativa de la longevidad en el deporte, aunque los récords establecidos por sus predecesores proyectan una larga sombra. Por otro lado, en la Fórmula Uno, los récords también pueden reflejar una narrativa diferente. Nico Hülkenberg, a pesar de haber competido en más de 231 carreras, tiene el poco envidiable récord de más carreras sin un podio. Mientras tanto, los logros de Max Verstappen como el piloto más joven en anotar puntos a los 17 años y 180 días han establecido un alto estándar que será difícil de superar para los futuros pilotos, especialmente con regulaciones que limitan la entrada de los más jóvenes. Al examinar este panorama de récords y logros, está claro que, si bien el mundo del deporte está lleno de hitos notables, algunos récords poseen un aura de invulnerabilidad. Si al final serán superados o permanecerán anclados en la historia es una pregunta que seguirá intrigando a aficionados y atletas por igual. En la arena en constante evolución del deporte, donde los récords están destinados a caer, la atracción de lo irrompible persiste, cautivando la imaginación de generaciones venideras.