Deja de lado la carne roja procesada: un cambio simple en la dieta podría reducir el riesgo de demencia en un 19%.

Deja de lado la carne roja procesada: un cambio simple en la dieta podría reducir el riesgo de demencia en un 19%.

Investigaciones recientes vinculan el consumo de carne roja procesada con un aumento del 16% en el riesgo de demencia, lo que impulsa a realizar cambios en la dieta para reducir los riesgos para la salud y promover el bienestar cognitivo.

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Salud

En una revelación impactante, investigaciones recientes han destacado un vínculo directo entre las elecciones dietéticas y el riesgo de desarrollar demencia, enfatizando particularmente el papel de la carne roja procesada. Según los expertos Eef Hogervorst y Emma D'Donnell de la Universidad de Loughborough, eliminar o reducir significativamente la carne roja procesada de la dieta puede no solo disminuir la probabilidad de demencia, sino también reducir los riesgos asociados con la diabetes, el cáncer y las enfermedades cardíacas. Los hallazgos se basan en un estudio exhaustivo realizado con más de 133,000 profesionales de la salud en los Estados Unidos, que fueron seguidos durante más de cuatro décadas. Durante este período, más de 11,000 participantes desarrollaron demencia. El estudio indicó un aumento del 16% en el riesgo de demencia asociado al consumo de carnes rojas procesadas, como salchichas, tocino, perritos calientes y salami. Además, aquellos que consumieron aproximadamente dos porciones de carne roja procesada semanalmente enfrentaron un 14% más de riesgo de demencia en comparación con individuos que limitaron su ingesta a menos de tres porciones al mes. Los investigadores sugieren que sustituir la carne roja procesada por fuentes de proteínas más saludables como nueces, tofu o frijoles podría llevar a una notable disminución del 19% en el riesgo de demencia y a una tasa más lenta de envejecimiento cognitivo. Estos hallazgos resuenan con investigaciones previas que indican que los hábitos dietéticos influyen directamente en la prevalencia de enfermedades crónicas, que comparten factores de riesgo comunes con la demencia, notablemente la enfermedad de Alzheimer, el tipo más prevalente de demencia y una de las principales causas de muerte en el Reino Unido. El profesor Hogervorst y la Sra. D'Donnell enfatizan los beneficios duales de reducir el consumo de carne roja, señalando sus implicaciones positivas no solo para la salud personal, sino también para la sostenibilidad ambiental y el bienestar animal. Con el Alzheimer y la demencia afectando a un número creciente de individuos, la llamada a la reforma dietética ha cobrado urgencia. Las estadísticas son sombrías, con investigadores estimando que casi uno de cada diez fallecimientos podría haberse evitado si las personas hubieran limitado su ingesta de carne roja a menos de 42 gramos diarios durante el período del estudio. Aportando peso a estos hallazgos, el profesor Tim Spector, un renombrado epidemiólogo genético, compartió su propia experiencia transformadora después de experimentar un susto de salud que lo llevó a reevaluar su dieta. Su decisión de eliminar la carne roja durante seis años fue un cambio radical que reconoce mejoró su salud, pero también enfrentó desafíos como la deficiencia de vitamina B12. Spector sugiere que, si bien hay razones válidas para limitar el consumo de carne roja, no es necesario eliminarla por completo de la dieta, abogando por un enfoque equilibrado. Las implicaciones negativas para la salud de las carnes procesadas se subrayan aún más por sus altos niveles de grasas saturadas y colesterol, que pueden llevar a depósitos grasos en los vasos sanguíneos, contribuyendo a enfermedades cardíacas e hipertensión. El alto contenido de sodio en las carnes procesadas es otro factor asociado con el aumento de la presión arterial. Estos factores de riesgo están entrelazados con la aparición de la enfermedad de Alzheimer, destacando la necesidad crítica de vigilancia dietética. Por otro lado, los expertos alientan la inclusión de "grasas buenas" que se encuentran en alimentos como nueces, pescados grasos, aceite de oliva y aguacates, que pueden ofrecer beneficios protectores contra el deterioro cognitivo y la demencia. A medida que las ideas de esta investigación se difunden, está claro que pequeños ajustes dietéticos podrían tener efectos profundos en la salud a largo plazo y el bienestar cognitivo. Con las tasas de demencia en aumento y cambios significativos en el estilo de vida requeridos para combatir esta creciente preocupación de salud pública, el llamado a la acción es fuerte y claro: al hacer elecciones dietéticas informadas, podemos tomar medidas proactivas para salvaguardar nuestra salud cognitiva. Los hallazgos completos de la investigación están disponibles en la plataforma The Conversation para aquellos interesados en explorar este tema pivotal más a fondo.

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