Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En los últimos meses, ha aumentado el fenómeno de los futbolistas de la Premier League que contratan entrenadores personales de fitness tanto en la pretemporada como durante la temporada, lo que plantea preguntas sobre sus implicaciones para el bienestar de los jugadores y la dinámica del equipo. A medida que se desarrollan las sesiones de entrenamiento de verano, los aficionados a menudo vislumbran a sus jugadores favoritos intensificando sus regímenes de fitness con entrenadores personales en lugares glamorosos de todo el mundo. Sin embargo, esta tendencia no está exenta de complicaciones. Tomemos como ejemplo a Jordan Henderson. Sus entrenamientos de verano hicieron titulares, inicialmente percibidos como un testimonio de su compromiso con el Liverpool en medio de la competencia de nuevas incorporaciones. Sin embargo, el posterior traslado de Henderson a Al Ettifaq en la Saudi Pro League destacó la dualidad de estos esfuerzos de fitness: sirven tanto como un compromiso personal con la excelencia física como una herramienta de relaciones públicas en un paisaje futbolístico que cambia rápidamente. El atractivo del entrenamiento privado para los jugadores parece obvio: una mejor condición física y la posibilidad de obtener mejoras marginales que podrían definir su rendimiento. Fuera de los confines del entrenamiento del club, los atletas creen que pueden personalizar sus rutinas de ejercicio para satisfacer sus necesidades individuales, a menudo buscando una ventaja competitiva que recuerda a íconos como Cristiano Ronaldo. Este enfoque individualizado, particularmente atractivo para los jugadores acostumbrados al riguroso entrenamiento de los sistemas de academias, permite un desarrollo enfocado que los entornos de los clubes pueden no proporcionar. Sin embargo, muchos expertos en fútbol expresan su preocupación por el impacto de esta tendencia en la salud de los jugadores y la cohesión del club. John Phillips, un especialista en rendimiento con amplia experiencia en clubes, señala que, aunque algunos acuerdos de entrenamiento privado pueden dar resultados positivos, también pueden llevar a resultados perjudiciales si no hay una comunicación adecuada entre los entrenadores privados y el personal del club. La desalineación en las cargas de entrenamiento y los protocolos de recuperación puede aumentar el riesgo de lesiones, un escenario que puede tener consecuencias significativas tanto para el jugador como para el club. El equilibrio entre autonomía y colaboración es delicado. Algunos jugadores se sienten agobiados por los regímenes de entrenamiento del equipo, lo que les lleva a buscar sesiones adicionales por su cuenta. Sin embargo, esta autonomía puede generar complicaciones, especialmente cuando surgen lesiones. Los clubes son generalmente responsables de los jugadores bajo su cuidado, pero cuando las lesiones ocurren durante el entrenamiento privado, la responsabilidad se vuelve confusa. Phillips predice que a medida que esta tendencia continúa, es posible que surja un caso legal significativo, que podría remodelar el panorama del entrenamiento personal en el fútbol profesional. Otra capa del problema es la percepción de la insuficiencia de las instalaciones y el personal del club. Muchos jugadores sienten que, después de salir de la estructura de la academia, reciben menos atención individual, lo que les lleva a buscar recursos adicionales externamente. Esta situación a menudo crea una desconexión, donde los jugadores sienten que deben complementar su entrenamiento en el club para alcanzar su mejor nivel personal. Los clubes están tomando nota de esta creciente tendencia. El jefe médico de Portsmouth, Steve Hard, enfatiza la importancia de la comunicación entre el personal del club y los entrenadores privados. Sugiere que establecer líneas claras de comunicación puede mitigar riesgos y asegurar que los jugadores estén físicamente preparados para sus compromisos. Sin embargo, el desafío sigue siendo: ¿cómo pueden los clubes mantener el control sobre los protocolos de entrenamiento mientras permiten a los jugadores la libertad de perseguir sus propios objetivos de desarrollo? A medida que el fútbol evoluciona hacia un deporte más individualizado, con los jugadores viéndose cada vez más a sí mismos como marcas, la necesidad de entrenamiento personal probablemente seguirá existiendo. El impulso por alcanzar un rendimiento máximo, particularmente en un entorno donde muchos atletas compiten por posiciones limitadas, obliga a los jugadores a buscar cada ventaja posible. Pero a medida que navegan por este camino, el equilibrio entre riesgo y recompensa, autonomía y cohesión del equipo, debe ser cuidadosamente gestionado para garantizar que la búsqueda de la excelencia no comprometa la armonía colectiva y el bienestar de los jugadores. En última instancia, la creciente tendencia del entrenamiento privado refleja un cambio más amplio en los deportes profesionales, uno que valora el individualismo en un paisaje cada vez más competitivo. Sin embargo, también requiere un enfoque reflexivo para asegurar que tanto los jugadores como los clubes puedan navegar por estas aguas sin poner en riesgo la integridad del juego o el bienestar de sus atletas.